domingo, 11 de diciembre de 2016

El mal en el mundo


Hay un texto bellísimo recogido en el Libro de Job, Capítulo 1, versículos del 6 al 22, donde se recoge, en parte este tema. El libro de Job forma parte entre los libros Canónicos de la Biblia, reconocidos así por la Iglesia, donde se relata el tema en cuestión. El personaje Job es un personaje que se estima que no es histórico como tal, pero, sin embargo, la catequesis que se desprende el Libro hace que comprendamos que ha sido Dios mismo el que inspiró  al autor para darnos a entender cómo son las relaciones de Dios con el hombre.

Resulta que hay un diálogo de Dios con Satán, el Acusador, el Maligno, en el que Dios le relata las bondades de su siervo Job: “… ¿Has visto cómo me sirve Job? No hay en la tierra otro como él…”, le dice el Señor.

Contesta Satán: “… ¡Naturalmente! Le das toda clase de beneficios, tiene ganados y riquezas en abundancia, salud en su familia…! Así es fácil amar a Dios. Pero, tócale en sus riquezas y verás cómo te maldice, arguye el diablo.

Y Dios, le permite que toque en esos puntos que le dice el demonio. Pero,- dice Dios-, a él no le hagas daño. Y, efectivamente, Job ve cómo va perdiendo a sus hijos, cómo mueren sus ganados, cómo le roban sus posesiones, incluso cómo le maldice su mujer… Y Job, ante tantas desgracias responde así: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a la tierra que me vio nacer; si he recibido los dones de Dios, ¿por qué no he de recibir también los males?”

La lectura del texto propuesto, en su versión bíblica, con las palabras del autor sagrado, no tiene desperdicio, y se invita, desde aquí, a su lectura.

¿Y cómo nos puede afectar a nosotros? Este problema del mal que existe en el mundo, las guerras, las injusticias, los asesinatos, y tantas y tantas maldades que vemos y oímos cada día, nos revelan y nos cuestionan: ¿Es que Dios se ha olvidado de este mundo? Dios, que es Amor, no tiene misericordia de los buenos, los justos…?

Los justos no son los impecables, son los que ajustan su vida al Señor. Y ¿Dios os premia así? ¿Por qué permite Dios el sufrimiento de sus fieles?

Desde el punto de vista humano no es fácil encontrar una respuesta. Hemos de pensar que el plan de Dios, y sus caminos, no coincide con los nuestros. Dios siempre saca bien del mal; nos prueba como probó al justo Abraham, como probó a José el carpintero de Galilea, como probó a su Madre María…como nos prueba a nosotros. Los designios de Dios y su comprensión están reservados para los pequeños de este mundo, para los que son como niños, para los Anawim de Dios.

El que acoge a este niño en mi nombre
me acoge a Mí, y el que me acoge
acoge al que me ha enviado (Lc 9, 46-50)

Alabado sea Jesucristo



Tomas Cremades

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