miércoles, 15 de febrero de 2017

¡A pescar otra vez!!!


                                                                                       
Eso dijo Jesús a sus elegidos cuando éstos volvían del lago Tiberiades sin pescar ni un cangrejo… Y es que ellos  “no sabían cómo hacerlo”…  Hubo que seguirLe, hubo que escucharLe, hubo que Escribir y hubo que morir en Su Nombre, para llenar las redes de almas perdidas.

De no haber nacido Jesús, aquellas redes habrían estado siempre repletas de “materia” pero no de eternidad, sin más conciencia que la vida, ni un cielo para el alma.   

Pescar no es fácil y el rechazo está a la orden del día ¡Cuántos aman los “reinos” de Satán! Con Jesús delante, lo hicieron miles; hoy, millones tras religiones infernales o falsos profetas de conveniencia. ¡Es de locos!, prefieren la muerte. 

No puedo soportar los que “conociendo” a Jesús, se despistan con el karma, destino, suerte o el yoga para llegar a la iluminación personal del conocimiento del futuro (el tercer ojo): El dios Shiva que radica en el coxis, debe subir por los chacras (columna vertebral) hasta llegar al coco para casarse con Parvati ¡ea!, ya estás iluminado. Si no lo consigues, te reencarnas (¡jopé, qué lío!). La caridad, el amor y la humildad no entran en ese viaje… Yo, yo y mi ombligo y tú, ahí te quedas…  
    
Pienso en los cárteles de la droga, yihadistas, sectas, asesinos, bombas nucleares, el poder, el dinero, la mentira… Y Dios esperando para perdonar…

Pidamos a Jesús que nuestras redes tengan los boquetillos chiquitos para que no se escapen “peces” en busca de Parvati, por no decir otros caminos peores.

Con que cada uno de nosotros pescara tan sólo “un corazón” ya habría valido la pena nuestra vida.

Emma Díez Lobo



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