Eso dijo Jesús a sus elegidos cuando éstos
volvían del lago Tiberiades sin pescar ni un cangrejo… Y es que ellos “no sabían cómo hacerlo”… Hubo que seguirLe, hubo que escucharLe, hubo
que Escribir y hubo que morir en Su Nombre, para llenar las redes de almas
perdidas.
De no haber nacido Jesús, aquellas
redes habrían estado siempre repletas de “materia” pero no de eternidad, sin
más conciencia que la vida, ni un cielo para el alma.
Pescar no es fácil y el rechazo está a
la orden del día ¡Cuántos aman los “reinos” de Satán! Con Jesús delante, lo
hicieron miles; hoy, millones tras religiones infernales o falsos profetas de
conveniencia. ¡Es de locos!, prefieren la muerte.
No puedo soportar los que “conociendo”
a Jesús, se despistan con el karma, destino, suerte o el yoga para llegar a la iluminación personal del
conocimiento del futuro (el tercer ojo): El dios Shiva que radica en el coxis, debe
subir por los chacras (columna vertebral) hasta llegar al coco para casarse con
Parvati ¡ea!, ya estás iluminado. Si no lo consigues, te reencarnas (¡jopé, qué
lío!). La caridad, el amor y la humildad
no entran en ese viaje… Yo, yo y mi ombligo y tú, ahí te quedas…
Pienso en los cárteles de la droga, yihadistas,
sectas, asesinos, bombas nucleares, el poder, el dinero, la mentira… Y Dios
esperando para perdonar…
Pidamos a Jesús que nuestras redes
tengan los boquetillos chiquitos para que no se escapen “peces” en busca de Parvati,
por no decir otros caminos peores.
Con que cada uno de nosotros pescara tan
sólo “un corazón” ya habría valido la pena nuestra vida.
Emma Díez Lobo
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