Conocernos a la luz de Cristo resucitado
Conocer
la situación existencial es fundamental para cada persona. Por eso todos
procuramos conocer nuestra situación física con la ayuda de médicos. Cuaresma
invita a conocer nuestra situación existencial como hijos de Dios para corregir
las deficiencias y fortalecer las facetas débiles. Vivir como hijos de Dios
implica una existencia consagrada con totalidad al amor a Dios y al prójimo;
por ello al final seremos juzgados desde este punto de vista. Cuaresma es una
invitación a preparar este examen con motivo de la celebración de la Pascua,
por la que hemos comenzado esta vida nueva.
Hay
que evangelizar la Cuaresma, es
decir, vivirla como alegre noticia. Ciertamente
es tiempo de esfuerzo penitencial, pero vale la pena. Igual que en el plano
sanitario son molestos los análisis de sangre, las radiografías, las ideas y
vueltas al médico... Incluso es una buena
noticia el diagnóstico de una enfermedad, no porque queremos la enfermedad,
sino porque está ahí, nos está destruyendo, pero ya la conocemos y podemos combatirla
y eliminarla. El conocimiento del propio pecado debe tener carácter de alegre noticia en la medida en que
deseamos vivir la nueva vida, eliminar lo que la disminuye o destruye y
participar la resurrección de Jesús.
La
Palabra de Dios nos ofrece un diagnóstico de nuestra situación existencial:
somos hijos de Adán, herederos de su pecado y sus consecuencias, expulsados del
paraíso (primera lectura), pero, a la vez, redimidos por Cristo, nuevo Adán,
que nos ha abierto las puertas del paraíso, nos hace compartir su nueva vida
por el bautismo y nos da fuerzas para combatir toda la herencia negativa del
primer Adán (segunda lectura). Es un diagnóstico no pesimista ni optimista,
sino realista: pecadores, que piden misericordia a Dios (Salmo responsorial),
pero redimidos y en marcha hacia el paraíso.
El
Evangelio invita a ver dónde estamos. Es fundamental, pues no se trata de
andar, sino de andar por el camino correcto que conduce a la meta. En el relato
anterior a las tentaciones, Mateo narra cómo Jesús fue ungido con el Espíritu
Santo para realizar su tarea mesiánica; pues bien, la primera acción que
inspira el Espíritu a Jesús es llevarle al desierto para ver cómo va a realizar
la tarea mesiánica; y Jesús ve claro que
tiene que superar la tentación de llevarla a cabo en su propio provecho o
buscando medios triunfalistas humanos, y mucho menos adorando el poder
económico o político, que es lo mismo que adorar a Satanás. El cristiano debe
procurar en Cuaresma ver cómo está y para ello debe intensificar la oración
para que el Espíritu lo ilumine, debe iluminar su comportamiento con la Palabra
de Dios, todo ello acompañado de limosna y ayuno, practicados con verdadero
sentido cristiano.
La
celebración de la Eucaristía invita a dar gracias al Padre por todo lo
recibido: por el bautismo, por toda la vida como hijos de Dios, y, por otra
parte, petición de perdón por los
pecados cometidos y de ayuda para superarlos. En ella nos unimos a Cristo, el
que supo discernir en cada momento cuál era la voluntad del Padre sobre él.
D.
Antonio Rodríguez Carmona
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