Vigilar la relación con lo material... (Mateo 6, 24-34)
Este pasaje del evangelio
es enormemente actual, porque vivimos en una sociedad consumista que nos empuja
a preocuparnos en demasía por los bienes materiales. La inquietud desproporcionada,
la preocupación obsesiva, el agobio por lo material, la ansiedad por el futuro,
son males que nos azotan y ante los cuales podemos cuestionarnos hoy.
Los
discípulos no se preocupan por lo superfluo, sino por los bienes básicos que
necesitan para subsistir: el alimento y el vestido. Jesús sabe que necesitan
todo eso, pero quiere que sitúen toda necesidad en el preciso lugar dentro de
su escala de valores. De este modo alerta contra la tendencia del ser humano a
asegurar la propia vida, tendencia que conduce a la inquietud, la ansiedad, la
obsesión, la preocupación excesiva. No les invita a dejar de comer, ni a
convertirse en holgazanes, sino a vigilar su relación con lo material, incluso
con los bienes básicos.
Jesús emplea imágenes sacadas del ámbito de la
experiencia cotidiana. Todas ellas constatan lo evidente: un campesino de la
época, acostumbrado a segar y a sembrar, sabía que las aves no poseían graneros
propios; una mujer, acostumbrada a hilar, comprendería perfectamente que los
lirios no se afanan tejiendo sus vestidos. La experiencia y la lectura de las
Escrituras les habían enseñado que los días de la vida estaban contados (Ecl
6,12) y que nadie podía añadir una sola hora más a su existencia (Mt 6,27). Con
estas imágenes Jesús dice a sus discípulos que no se agobien por lo material,
porque es una preocupación estéril. Además, les exhorta a desplegar una
confianza sin límites.
Los discípulos han de poner su confianza absoluta en el
Padre celestial, porque Él sabe lo que necesitan aún antes de pedirlo. Es aquí
donde Jesús sitúa la novedad de su enseñanza. Dice a sus discípulos que es
saludable no angustiarse por lo material, porque no controlamos el futuro. En
cambio, ese futuro está sometido a un Dios providente que se preocupa de todo lo
creado y más aún de sus hijos. El Padre, que conoce toda necesidad, proveerá,
incluso sin necesidad de pedírselo. Ahora bien, este Señor exige dedicación
exclusiva, libre de la preocupación agobiante por cualquier tipo de bienes y
liberada de todo señor que no sea el Padre celestial.
(Ed. Verbo Divino)
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