Jesús hace un gesto de solidaridad con los pecadores
La actuación
de Juan Bautista tuvo un gran eco en el país, hasta el punto de que las
autoridades enviaran una delegación para indagar de qué se trataba. La noticia
llegó también al pequeño poblado de Nazaret, donde Jesús llevaba una vida
oculta de ciudadano solidario con sus vecinos, esperando que llegara el momento
decidido por el Padre para comenzar otro tipo de ministerio. En sus largos
ratos de oración había llegado a la conclusión de que Dios le pedía que
anunciara su decisión de reinar de una manera especial como Padre y que
realizara esta tarea no de forma violenta ni ostentosa sino en la humildad, solidaridad
y misericordia, como aparece en las cuatro profecías de Isaías en que anuncia
la actuación de un Siervo especial de Yahvé.
Él se identifica con este Siervo de Dios. Por eso decide ir a Juan para
recibir el bautismo de pecadores, no porque se sintiera pecador, sino como
gesto de solidaridad con los pecadores, pues el Siervo tiene que ser el cordero de Dios que echa sobre sí el pecado
del mundo.
Con estos
sentimientos se presenta ante Juan. Los relatos de Marcos y Mateo presentan a
Jesús solo ante Juan, recibiendo él solo el bautismo, pero Lucas lo presenta de
otra forma, orando y mezclado con un grupo de pecadores, es decir, unido a Dios
padre, cuya voluntad quiere realizar, y solidario con los pecadores. En este
contexto el Padre le unge con el Espíritu Santo como Hijo suyo, citando las
primeras palabras del 1º poema del Siervo de Yahvé, es decir, como
Mesías-Siervo, que realizará su tarea en la línea del Siervo, solidario con la
humanidad pecadora.
Es el camino adecuado al Hijo de Dios que quiere realizar
su misión como sacerdote misericordioso: por eso sintonizó con la humanidad,
participando plenamente la naturaleza humana en todo igual a nosotros, menos el
pecado, y realizando su ministerio como servicio solidario.
Las otras dos
lecturas facilitan la comprensión de la escena. La 1ª lectura recuerda
el primer poema del Siervo de Yahvé, citado por el Padre, en la la segunda san
Pedro presenta el bautismo de Jesús como el contexto en que el Padre le ungió
con el poder del Espíritu Santo.
Gracias a su
obra de Siervo de Yahvé, que culminó en su muerte y resurrección, Jesús ha creado
un nuevo bautismo que nos une a él y nos capacita para vivir como él, llevando
a cumplimiento las primeras palabras que hemos escuchado a Juan Bautista, el
bautismo con Espíritu Santo y fuego.
Hoy se nos
invita a agradecer la obra de Jesús y el bautismo que hemos recibido,
valorándolo y viviendo sus exigencias. ¿Quién recuerda el día de su bautismo?
¿Quién lo celebra como su “cumple” más importante del año? Vivir las exigencias
del bautismo es entrar por el camino de la misericordia, haciendo de nuestra
existencia un servicio a los hermanos necesitados.
Cuando
entramos en el templo y tomamos agua bendita, nos santiguamos y recordamos
nuestra consagración al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Es una forma breve
de renovar nuestro compromiso bautismal de vivir cristianamente. Pero donde
renovamos de una manera especial nuestra consagración es en la celebración de
la Eucaristía. Ahora el Espíritu nos une de modo especial a Jesús y por él al
Padre. Es momento privilegiado de agradecer la obra de Jesús y pedir fuerza
para seguirle.
Dr. Antonio Rodríguez Carmona
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