miércoles, 16 de enero de 2019

Poema






“Sí, me levantaré, volveré junto a mi padre.” (Lc 15,18) -  

 Volveré a casa de mi padre como el hijo pródigo y seré acogido.

Como hizo él, lo haré yo también. ¿No me escuchará?  

A tu puerta, Padre misericordioso, llamaré.

¡Ábreme, que entre, que no me pierda de nuevo y muera!

Tú me has constituido heredero tuyo, y yo he dilapidado mi herencia.

¡Trátame como a uno de tus jornaleros.
   
Como del publicano ¡ten piedad de mí y viviré!

Como a la pecadora ¡perdóname mi pecado, Hijo de Dios!

Como a Pedro ¡sácame de las aguas de mi bajeza, que no me hunda!

Como a la oveja perdida ¡búscame y me encontrarás y sobre tus hombres, Señor, llévame a la casa del Padre!

Como al ciego, ¡ábreme los ojos, que vea la luz!

Como al sordo ¡ábreme los oídos y escucharé tu voz!

Como al paralítico ¡cura mi enfermedad y alabaré tu nombre!

Como al leproso ¡con tu hisopo purifícame de mis inmundicias! (Sal 50,9)

Como a la niña, hija de Jairo, ¡dame la vida, oh Señor!

Como a la suegra de Pedro, ¡cúrame porque estoy enfermo!

Como al joven ¡hijo de la viuda, levántame!

 Como a Lázaro, ¡llámame por tu voz y desata mis vendas!

Ya que estoy muerto por el pecado, como por una enfermedad.

¡Levántame de mi desastre para que alabe tu nombre!

Te lo pido, Señor de tierra y cielo, ¡ven en mi auxilio y muéstrame el camino para que llegue hasta ti!

¡Llévame hasta ti, Hijo del Sumo Bien y colma tu misericordia!

Iré hacia ti y me saciaré de tu alegría.


Jacques de Saroug

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