La salvación es para todos
Las lecturas de esta liturgia explican el sentido de
la celebración, toda ella centrada en la universalidad de la salvación. La primera
anuncia que la salvación aparecerá en Jerusalén como una luz creciente que poco
a poco iluminará al mundo y que atraerá hacia ella todos los hombres, incluso
los más lejanos, para rendir homenaje al Salvador y recibir sus beneficios. El
salmo responsorial abunda en la misma idea. Ambos textos aluden a países
lejanos de Oriente (Madián, Efá, Sabá, Arabia) y Occidente (Tarsis). La segunda
afirma que esta promesa ya se ha cumplido en Cristo y por ello la salvación,
primero reservada al pueblo judío, ya se ofrece también con los mismos derechos
a los gentiles. El evangelio presenta la interpretación alegorizada que hace
Mateo de una antigua tradición que decía que, cuando nació Jesús, se
presentaron unos personajes de Persia que venían a rendirle homenaje como
mesías, pues sus estrellas –que tanta importancia tiene en su cultura- les ha
indicado que ya ha nacido el Mesías esperado por el pueblo judío. Mateo ha
visto en ello el cumplimiento de las promesas que se han recordado en la
primera lectura y en el salmo responsorial y por ello cuenta esta tradición con
motivos y palabras tomados de estos textos.
Tres posturas subrayan Mateo en su
relato. La indiferencia de Jerusalén, que conoce las Escrituras, expresión de
la voluntad de Dios, y no se molesta a comprobar su cumplimiento en Belén, a
unos pocos kilómetros. La crueldad y astucia de Herodes que ve en el nacido un
enemigo, y la búsqueda sincera de los magos, que guiados por las luces que les
ofrecía su cultura, preguntan y encuentran. Es que Dios sale al encuentro de
toda persona que lo busca con sincero corazón, pues quiere la salvación de todos los hombres y que todos lleguen al
conocimiento de la verdad (1 Tm 2,4).
San Mateo narra esta tradición pensando
en lo que sucede en sus días, en que la mayor parte del pueblo judío rechaza a
Jesús e incluso algunos persiguen a sus seguidores, pero son muchos los
gentiles que lo están recibiendo. Esta interpretación sigue teniendo validez
hoy día en contexto cristiano en que se dan estas posturas ante Jesús:
indiferencia, hostilidad, búsqueda, aceptación.
Los reunidos en la celebración de la
Eucaristía que aceptamos a Jesús como nuestro Señor, hemos de agradecer el gran
regalo que hemos recibido –hoy es día de regalos- el don de la fe, y hemos de
valorarlo y acrecentarlo, profundizando en ella para conocerla, vivirla mejor y
transmitirla, pues, aunque el protagonista que da la fe es el Espíritu Santo,
quiere servirse de nuestra mediación para darla a conocer a los demás, primero
en la propia familia, después a los demás. Por otra parte, hemos de ser estrella que ayude a muchas personas que
buscan a Dios sin saber cómo. Por eso la fiesta de hoy es misionera,
recordándonos la tarea de difundir nuestra fe. En nuestro mundo occidental el
cristianismo es una realidad conocida con muchas connotaciones negativas, frutos
de una larga historia de gracia y pecado, en que suele destacar lo negativo. En
este contexto se encuentran muchas personas de buena voluntad a las que hay que
ayudar con una vida cristiana auténtica, que ayude a deshacer prejuicios. El
modo de actuar del papa Francisco y de otros muchos cristianos está rompiendo
prejuicios y tiene así carácter misionero. Por otro lado, hemos de crear
“atrios de los gentiles” en que dialoguemos y colaboremos fraternalmente con
todas las personas que buscan sinceramente el bien común de la humanidad.
En la celebración de la Eucaristía
debemos agradecer el don de la fe, pedir la gracia de conocerla y valorarla
cada vez más para mejor vivirla y darla a conocer. El podéis ir en paz con que termina la celebración tiene carácter
misionero.
Rvdo. D. Antonio Rodríguez Carmona
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