sábado, 5 de enero de 2019

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR






  
La salvación es para todos

         Las lecturas de esta liturgia explican el sentido de la celebración, toda ella centrada en la universalidad de la salvación. La primera anuncia que la salvación aparecerá en Jerusalén como una luz creciente que poco a poco iluminará al mundo y que atraerá hacia ella todos los hombres, incluso los más lejanos, para rendir homenaje al Salvador y recibir sus beneficios. El salmo responsorial abunda en la misma idea. Ambos textos aluden a países lejanos de Oriente (Madián, Efá, Sabá, Arabia) y Occidente (Tarsis). La segunda afirma que esta promesa ya se ha cumplido en Cristo y por ello la salvación, primero reservada al pueblo judío, ya se ofrece también con los mismos derechos a los gentiles. El evangelio presenta la interpretación alegorizada que hace Mateo de una antigua tradición que decía que, cuando nació Jesús, se presentaron unos personajes de Persia que venían a rendirle homenaje como mesías, pues sus estrellas –que tanta importancia tiene en su cultura- les ha indicado que ya ha nacido el Mesías esperado por el pueblo judío. Mateo ha visto en ello el cumplimiento de las promesas que se han recordado en la primera lectura y en el salmo responsorial y por ello cuenta esta tradición con motivos y palabras tomados de estos textos.

        Tres posturas subrayan Mateo en su relato. La indiferencia de Jerusalén, que conoce las Escrituras, expresión de la voluntad de Dios, y no se molesta a comprobar su cumplimiento en Belén, a unos pocos kilómetros. La crueldad y astucia de Herodes que ve en el nacido un enemigo, y la búsqueda sincera de los magos, que guiados por las luces que les ofrecía su cultura, preguntan y encuentran. Es que Dios sale al encuentro de toda persona que lo busca con sincero corazón, pues quiere la salvación de todos los hombres y que todos lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tm 2,4).

        San Mateo narra esta tradición pensando en lo que sucede en sus días, en que la mayor parte del pueblo judío rechaza a Jesús e incluso algunos persiguen a sus seguidores, pero son muchos los gentiles que lo están recibiendo. Esta interpretación sigue teniendo validez hoy día en contexto cristiano en que se dan estas posturas ante Jesús: indiferencia, hostilidad, búsqueda, aceptación. 

        Los reunidos en la celebración de la Eucaristía que aceptamos a Jesús como nuestro Señor, hemos de agradecer el gran regalo que hemos recibido –hoy es día de regalos- el don de la fe, y hemos de valorarlo y acrecentarlo, profundizando en ella para conocerla, vivirla mejor y transmitirla, pues, aunque el protagonista que da la fe es el Espíritu Santo, quiere servirse de nuestra mediación para darla a conocer a los demás, primero en la propia familia, después a los demás. Por otra parte, hemos de ser estrella que ayude a muchas personas que buscan a Dios sin saber cómo. Por eso la fiesta de hoy es misionera, recordándonos la tarea de difundir nuestra fe. En nuestro mundo occidental el cristianismo es una realidad conocida con muchas connotaciones negativas, frutos de una larga historia de gracia y pecado, en que suele destacar lo negativo. En este contexto se encuentran muchas personas de buena voluntad a las que hay que ayudar con una vida cristiana auténtica, que ayude a deshacer prejuicios. El modo de actuar del papa Francisco y de otros muchos cristianos está rompiendo prejuicios y tiene así carácter misionero. Por otro lado, hemos de crear “atrios de los gentiles” en que dialoguemos y colaboremos fraternalmente con todas las personas que buscan sinceramente el bien común de la humanidad.

        En la celebración de la Eucaristía debemos agradecer el don de la fe, pedir la gracia de conocerla y valorarla cada vez más para mejor vivirla y darla a conocer. El podéis ir en paz con que termina la celebración tiene carácter misionero.

Rvdo. D. Antonio Rodríguez Carmona


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