domingo, 13 de enero de 2019

La Humildad de Juan


                                                                                
¡Es increíble! Cuando pones en práctica la humildad, te lo pasas genial, porque además te salen frases y actos que la gente te mira como diciendo y ¿a esta que le pasa? Pues no pasa nada, simplemente que quieres ser la última con una sonrisa que descuadra.

Mirad que hay situaciones en la vida… Dios me puso, desde hace algún tiempo, en medio de “collares de oro, marinos de guerra, amigas de los Condes del pompillo o esposas de banqueros“… -ya sabéis a qué me refiero- y ves como en “esas grandezas”, hay una falta de conocimiento y caridad, terrible.
  
Lo peor o lo mejor, es que te das cuenta y obras en consecuencia, aunque sea con un pequeño acto de ponerles una silla para que se sienten en tu mesa -enana-, porque ya no hay sitio para tomar el café y te encoges en una triste esquina, donde el café se ha quedado a metro y medio de ti… ¡Fantástico!  

¡Qué curioso! Piden a Dios por sus vidas para que no les falte de nada… Y, genial, porque les falta la humildad de Juan -no saben qué es ni a qué se refiere…-. 
    
Abrigos de pieles fantásticas y yo con el de mi abuela del año 14 (pero del siglo pasado) Me encanta decir que aprovechar lo útil, es lo mejor que uno puede hacer, que el calor de una prenda no depende de la moda… En fin ¡me parto!, y que tengo un amigo que busca en la basura (contenedor de enfrente), que cada vez que nos vemos nos damos un abrazo y nos deseamos paz.   

Espero que algún día “la humildad de Juan”, quien no era digno ni de atar las sandalias de Cristo, corra por sus venas. Desnudos vinimos y desnudos nos iremos. ¿Qué llevaremos en las manos a Dios?   
    

Emma Díez Lobo


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