Te vi un día y vi mi tierra. Fijé mis ojos y decidí
perseguir el imposible de alcanzarte, por encima de dudas y de desesperanza.
Fue más fuerte el deseo que la contundente realidad de mis sentidos que te
niegan.
Solo encontré razones para no abandonar mi camino,
fijos mis ojos en ti y en tu Palabra. Aferrada a tu huella en mi corazón y a tu
sello en mi vida, nada me pareció más hermoso que hacer de mi vida una
búsqueda, hasta encontrarte.
A base de retazos de suave brisa, he aprendido a vivir
en tu presencia, aunque no pueda tocarte y es tu mirada más fuerte que la de
los miles de seres que me miran desde sus ojos.
Camino y no me fatigo porque te veo y me hablas,
porque te sigo y no hay miedo, porque te llamo y me miras.
Conquisto cada mañana un nuevo espacio que acorta el
camino entre tú y yo. Conquisto un nuevo paisaje, una nueva yo en ti, conquisto
lo que me ofreces y aspiro, cuando tú quieras, a conquistarte, Señor.
Olga Alonso
Comunidad María Madre de los Apóstoles
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