Un día, sin yo saberlo, nací a tu Reino.
Un día, me abriste la puerta y entré.
Me hablaste y te oí; escuché y comprendí,
y ese día, empecé a caminar por tus sendas.
A obedecer y constatar que no hace falta hacer nada
más allá que desearte.
Aquel día, yo sentí tu compañía y nunca me ha
abandonado.
No sé dónde estás pero te siento y me enseñas.
Y eres más imprescindible que el aire que hoy
respiro.
Ni siquiera reconozco quién fui antes de conocerte.
Toda mi vida es ahora un caminar hacia ti.
Un desvelar tu secreto, un esperar a que vuelvas.
En el aire, en las cosas, en la gente, en la luz.
He aprendido tantas cosas, pero aún no sé casi nada.
Y el sentido de mi vida es levantar la mirada y
cruzarme con tus ojos, solo eso, nada más.
Y en ese intercambio nuestro, de tus ojos a los míos y
de mis ojos a ti.
Crezco y encontré el sentido de vivir para encontrarte.
Vivo, respiro y anhelo que esta vida se termine para
empezar a Vivir.
(Olga Alonso)
www.comunidadmariamadreapostoles.com
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