Los que nos sacaron de
tu camino, nos piden que hagamos fiesta.
Los que nos invitaron a
abandonarte despliegan ante nosotros su oferta de vida.
Vida enlatada,
empaquetada, sucedáneo de vida ofrecida en pequeñas dosis para calmar nuestra
sed, nuestra sed de fiesta, de celebración.
Los hombres, Señor, se
confunden tanto… y terminan buscando calmar su sed en lugares secos, que
parecen ríos. Lugares donde Tú no estás.
Donde el alma se hiela
y huye hacia delante, desesperada, sin rumbo, sin preguntar por miedo a la
respuesta.
Tratando de beber en
lugares en los que el agua se escapa, el agua de la vida.
Agua que se escurre
entre los dedos, sin poder retenerla.
Solo hay una fiesta y
es la tuya.
Solo se ensancha el
corazón y se calma la sed, si en la fiesta estás Tú.
Solamente tu Palabra se
derrama como agua que calma la sed, solo ella.
Por eso, cuando falta,
todo parece y no es, todo es mentira, y solo queda buscarte para no desesperar.
Olga Alonso
www.comunidadmariamadreapostoles.com
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