jueves, 7 de marzo de 2019

Las heridas de Cristo


                     


                                                              
Miraba sus heridas de Muerte y observé los pecados del hombre, cada uno en su lugar…

Primero en su Corona de Espinas. ¡Oh mente!, es el peor causante de la ignominia, cada espina, una idea de maldad.

El Golpe en la mejilla. Junto a la boca y los ojos. Por la lengua se condena el hombre y por la vista, se hace miserablemente corrupto. 
  
La Lanzada en el pecho. Templo de Dios, vacío de santidad, caridad y bien.       
Manos Clavadas. Ejecutoras de perversidad y muerte.

Y por último, Los Pies Clavados. Esos que nos desplazan de un lado a otro para cumplir lo que nuestra mente, nuestra lengua, nuestra vista, nuestro corazón y nuestras manos, desean… 
   
Un Cristo Crucificado nos debería recordar en cada momento “los lugares” donde radican los pecados más monstruosos. En verdad que no somos conscientes de hacia dónde -oscuridad más absoluta- podemos conducir nuestro YO.
 
Benditos aquellos que carecen de “los artífices” que arrastran al infierno. Benditos aquellos que utilizan su cuerpo entero para Gloriar a Dios y, vean en sus seis Heridas, su redención. Aleluya por los hombres que en su inocencia, humildad y carencias, han sido Bendecidos por Dios. 

Y nosotros -que estamos en peligro-, saquemos cada espina del pensamiento; hablemos y miremos con lengua y ojos de Evangelio; tengamos un corazón para amar, manos para ayudar y pies para perpetuar las pisadas de las sandalias de Dios.   

Emma Díez Lobo


No hay comentarios:

Publicar un comentario