Ministros de Dios para trasmitir el
Evangelio, también pecan. Escribo para esas personas que NO teniendo base ni “conocimiento” del Evangelio, ponen en
juego su fe y se apartan de la Iglesia por esta causa.
La cuestión no es que un sacerdote peque,
sino creer que no puede pecar ¡FALSO!
De los “doce” (ahora son miles) que Jesús eligió, uno Le traicionó, otro Le negó y otro se condenó.
La
ignorancia del “creyente” es el problema: Juzga la parte humana del sacerdote y
a la vez, la Divinidad de su Consagración.
Por pertenecer a Cristo, el maligno se
ensaña con ellos para apartar a media humanidad Católica de la Iglesia; pero seamos
inteligentes y distingamos al hombre de su Imposición
de manos para administrar El Espíritu Santo -otra Persona de Dios- Quien perdona.
Sus pecados, por graves que fueren, no afectan
a tu perdón (Misericordia de Dios). Ese
Poder nada tiene que ver con lo humano y, solo ellos Lo pueden servir por mandato de Dios (Mt 16:19). Los Sacramentos de Consagración y Penitencia son para toda su vida, aún apartados de la Iglesia.
Recemos por su santidad. “Muchos
los llamados y pocos los escogidos” (Mt
22,14). No todos ellos van al cielo…
No les juzguemos, las Leyes lo harán y
qué Dios les perdone en confesión. Judas
apóstol se condenó, no por su
traición sino por no creer en la Misericordia
de Dios. No hagas lo
mismo y pide perdón al Ministro de Dios: “Alter Christus, Ipse Christus (como Otro
Cristo, como el Mismo Cristo”).
Emma Díez Lobo
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