Primera lectura:
Dt 30,10-14: El mandamiento está muy cerca de ti,
cúmplelo
Salmo Responsorial
: Sal
60,14.17.30-21.33-34.36ab-37: Humildes, buscad al Señor y revivirá vuestro
corazón
Segunda lectura:
Col 1,15-20: Todo fue creado por él y para él
Evangelio:
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10,25-37: ¿Quién es mi
prójimo?
El amor misericordioso es
parte central de la moral cristiana
Dada la importancia del amor, lógicamente este tema tiene que aparecer
varias veces en las enseñanzas de Jesús para el camino.
Hoy aparece subrayando algunas
de sus facetas importantes.
La primera es que el amor no es cuestión de discusiones teóricas sino
de hacer. Un doctor de la ley quiere poner a prueba a Jesús provocándole a que
manifieste su categoría de valores, y le pregunta qué tiene que hacer para
heredar vida eterna. Jesús le devuelve la pregunta y este contesta
correctamente: amar a Dios y al prójimo. Jesús le dice: ponlo por obra y
vivirás.
El doctor queda un poco corrido por preguntar lo que sabía y, a modo
de desahogo psicológico, plantea otra pregunta: ¿quién es mi prójimo? Prójimo significa cercano y los doctores de la ley
discutían hasta dónde llegan los cercanos
a los que hay que amar: incluía la familia, los conciudadanos, los demás
judíos, ¿los forasteros?, ¿los extranjeros?, ¿los enemigos? Jesús le responde
con la parábola y termina preguntando al
doctor quién se hizo prójimo. Al
responder que el que tuvo misericordia, acaba con el mismo comentario de antes:
ponlo por obra y vivirás. Es que la palabra de Dios se nos da para vivirla, no
para hacerla objeto de disquisiciones.
El verdadero discípulo es el que oye la palabra, la pone por obra y
vive.
La segunda faceta es el alcance de la misericordia. La pregunta ¿Quién
es
mi cercano? Es estática, implica que yo soy el centro permanente y me cuestiono
hasta dónde tengo que llegar desde mi centro. Jesús al final plantea la
pregunta de otra forma: ¿Quién se hizo
cercano? El amor cristiano considera centro al necesitado y por ello se hace cercano de él. Es lo que hace el
samaritano. Ninguna de las tres personas se puso en camino buscando ayudar a un
necesitado, esto fue una casualidad. Los dos primeros habían estado en su turno
litúrgico en el templo y regresaban a casa a descansar. Se encuentran con lo
imprevisto y, para evitar complicaciones, dan un rodeo; por su parte, el
samaritano camina por motivos comerciales y también se encuentra con un
imprevisto, un herido, pero en este caso se
hizo cercano el corazón, tuvo misericordia y actuó. Jesús nos enseña que
amar al prójimo llega hasta salir al paso de todo necesitado y actuar en
consecuencia.
El amor misericordioso implica sintonizar
con el necesitado y hacer todo lo posible por ayudarle. Primero es importante
sintonizar con el necesitado, intentar comprender su situación, hacerse cercano, como si su necesidad
fuera nuestra, como dice Heb 13,1-3: Permaneced
en el amor fraterno. No os olvidéis de la hospitalidad; gracias a ella
hospedaron algunos, sin saberlo, a ángeles. Acordaos de los presos, como si
estuvierais con ellos encarcelados, y de los maltratados, pensando que también
vosotros tenéis un cuerpo. Esto excluye el paternalismo, del que, desde arriba, desde su postura de
superioridad, se sirve de esa necesidad como pedestal para su fama e intereses.
La misericordia es hermana inseparable de la humildad y del pasar desapercibido.
El misericordioso ve en el necesitado un hermano necesitado. Excluye igualmente
ayudar desde fuera, con la frialdad
del profesional que hace lo que tiene que hacer sin mirar siquiera a la cara de
la persona y después ya no se interesa de él, porque realmente nunca ha estado
en su corazón. Por otra parte, implica
hacer todo lo que está de nuestra parte para ayudar. Habrá quien pueda
solucionar el problema o el que solo pueda prestar una ayuda parcial, lo importante
es hacer lo que está en nuestras manos.
Celebrar la Eucaristía es celebrar la misericordia de Jesús, que a pesar de su condición divina, no hizo
alarde de su categoría de Dios... es decir, sintonizó con la situación de la humanidad encarnándose y viviendo
una auténtica existencia humana, en todo igual a la nuestra menos en el pecado
y, por otra parte, hizo todo lo que pudo, dando su vida por nosotros. Este es
el Jesús presente en la Eucaristía, siempre dispuesto a ejercer su misericordia
con nosotros y a fortalecer nuestro corazón para que sea misericordioso como el
suyo.
Nuestra participación en la Eucaristía nos tiene que hacer cercanos de
todo necesitado.
Dr. Antonio Rodríguez Carmona
No hay comentarios:
Publicar un comentario