Este último domingo de septiembre celebramos la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con el lema “Como Jesucristo, obligados a huir”. El Papa Francisco nos envía un mensaje para esta Jornada, y los Obispos españoles nos dan pautas para su celebración.
Desde 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, el Papa san
Pío X invitó a la oración por los migrantes que tenían que desplazarse por
causa de la guerra. Su sucesor el Papa Benedicto XV instituyó el “Día del
Migrante” y los Papas sucesivos nos hacen recordar continuamente a todas estas
personas que por diversas razones se ven obligados a desplazarse. A partir de
1985, san Juan Pablo II envía un mensaje para esta Jornada, iluminando con su
Magisterio esta realidad sangrante. En 2004 se añade el colectivo de
“Refugiados”, los que son obligados a huir por razones políticas. El Papa
Francisco ha situado esta Jornada el último domingo de septiembre, desde hace
dos años.
Este año toma como referente el pasaje bíblico en el que
Jesucristo aparece en su infancia perseguido para ser eliminado, mientras es
salvado por el aviso de Dios a san José, que huyen a Egipto por la persecución
de Herodes. Jesús, María y José experimentan esa situación de desplazamiento
obligatorio de su casa para vivir en otro país con todas las circunstancias que
ello supone, “marcadas por el miedo, la incertidumbre, las incomodidades” (cf
Mt 2, 13ss). El Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo, ha “tocado” esta
realidad y la ha santificado, haciéndola redentora. Y este Hijo de Dios por la
encarnación se ha unido de alguna manera con cada hombre. También hasta cada
uno de estos migrantes o refugiados nos acercamos reconociendo en ellos el
rostro de Cristo, nuestro Señor, y queremos servirle.
Recordemos algunas frases del Papa Francisco para esta Jornada:
“Es necesario conocer para comprender”. No son números, son personas.- “Hay que
hacerse prójimo para servir”. Como el buen samaritano que se acercó para vendar
las heridas. Esto supone un riesgo, pero también en esto nos precede Jesús, que
en el lavatorio de los pies, se quitó el manto, se arrodilló y se ensució las
manos.- “Para reconciliarse se requiere escuchar”. Sólo a través de una escucha
humilde y atenta podremos llegar a reconciliarnos de verdad.- “Para crecer hay
que compartir”. Desde la primera hora, la comunidad cristiana aprendió a
compartir.-“Es indispensable colaborar para construir”. La construcción del
Reino de Dios es un compromiso común, y todos tenemos parte en ello.
Es muy complejo este fenómeno a escala mundial, pero se concreta a
escala local en cada uno de nuestros pueblos y ciudades, y por tanto, en cada
una de nuestras comunidades cristianas. Personas que se cruzan en nuestra vida,
obligadas a migrar por razones de trabajo, buscando un futuro mejor para sus
hijos, o víctimas de la trata de personas, que son esclavizadas para el trabajo
esclavo, para la servidumbre sexual, o migrantes que giran por el mar como
marionetas de las mafias y objetos de mercadeo, hasta encontrar un puerto
seguro donde empezar de nuevo. La inmensa mayoría hubiera preferido permanecer
donde estaba, pero han sido obligados a huir como Jesucristo, buscando su
seguridad, otra vida posible, que a veces se convierte en peor que la anterior.
La Jornada Mundial del Migrante y Refugiado es una llamada a
nuestra conciencia para salir al encuentro de todas estas personas, en la
medida de nuestras posibilidades. En esta acción social resuenan las palabras
de Jesucristo: “Lo que hicisteis con cada uno de estos mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40). Os invito en cada parroquia a tener alguna
acción concreta en este campo de atención a los migrantes y refugiados.
Saldremos ganando todos.
Recibid mi afecto y mi bendición.
+ Demetrio Fernández,
Obispo de Córdoba
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