sábado, 19 de septiembre de 2020

Domingo XXV del T.O.

 

                                                                                    TARDE TE AMÉ

 "Id a trabajar a mi viña", dice su propietario a unos jornaleros en distintas horas del día. Trabajar en la viña de Jesús, vemos en Él a este propietario, apunta a la misión por excelencia de sus discípulos: Anunciar el Evangelio que rehabilita al hombre abriéndole a la Vida Eterna... las distintas horas de la llamada representan el arco de nuestra existencia.

 Vamos a la esencia de esta parábola. En la viña del Señor encontramos en primer lugar a los  siervos. Están en la viña por miedos internos, presiones, e incluso por querer ser alguien ante los demás. Está claro que no saben para qué sirve el Evangelio aunque hablen de Él, es más, no les sirve ni a ellos, justamente por ser siervos. Trabajan a disgusto "soportando el peso del día y el calor" (Mt 20,12). En cambio, Jesús a sus discípulos no les considera siervos, sino amigos (Jn 15,15)...y la palabra amigo en la Escritura significa "mi otro yo".

 Estos disfrutan predicando el Evangelio aún en regiones lejanas y siempre expuestas a incomprensiones y desprecios por los sabios de este mundo... pero son inmensamente felices pues todo en ellos rezuma Vida. El Señor se la da sobre todo cuanto más son visitados por la tribulación. Los que han sido llamados al atardecer, no se frotan las manos por trabajar apenas unas horas...en absoluto.

 Recordemos el lamento de San Agustín llamado en hora tardía...  ¡Tarde te amé, tarde te descubrí Belleza Infinita...! 

 Una experiencia así, está a años luz de los siervos.

 P. Antonio Pavía

https://www.comunidadmariamadreapostoles.com/

 

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