Vuelve a primera línea el tema de la vida, ahora con la nueva ley de eutanasia. ¿Qué es la eutanasia? –La muerte provocada en aquellas personas que ya no valen. A ello se añade el suicidio asistido, que consiste en favorecer la muerte a la persona que lo pida. En uno y en otro caso, se trata de eliminar la vida en la fase en que ya se considera de poca calidad. Con la eutanasia, la vida humana es despojada de toda su dignidad, sobre todo por parte de quien la ejecuta.
Rebrota
esa lucha que está en el fondo de la historia humana, la lucha entre el bien y
el mal, la lucha entre la Mujer portadora de la vida y el Dragón rojo que
quiere eliminarla. Y en la que la Mujer, que representa a María y a la Iglesia,
salva a la humanidad de las garras del Dragón rojo, el diablo, Satanás (cf Ap
12). Rebrota de esta manera la acción fratricida de Caín que mató a su hermano
Abel, introduciendo en el mundo el odio como fruto del pecado y de la envidia.
Cuando
el hombre se aparte de Dios, es capaz de todo lo malo, es capaz incluso de ir
contra el hombre, de destruirlo. Estamos viviendo con el covid-19 una de las
pandemias más duras de la historia, que está haciendo temblar los cimientos de
nuestra época, la sanidad, la actividad económica y laboral, el bienestar
social. Y en medio de esta situación, el gobierno de turno saca a la palestra
el tema de la eutanasia, la matanza de los débiles, con una ley demoledora.
Se
cumplen aquellas palabras del Papa Juan Pablo II, el gran defensor de la vida
en todas sus etapas: se trata de una guerra de los poderosos contra los
débiles, se trata de una verdadera conjura contra la vida, se trata de una
verdadera cultura de la muerte. Y que el Papa Francisco actualiza en sus
alocuciones y escritos: “No es compatible la defensa de la naturaleza con la
justificación del aborto” (Laudato sì 120).
Hemos
vivido ya varios envites en esta misma dirección. A estas alturas casi que nos
hemos acostumbrado a que se practiquen en España más de cien mil abortos cada
año. Y nos doran la píldora apelando a la libertad de la madre para elegir
tener su hijo o matarlo en el seno materno, si es un embarazo no deseado. Sin
embargo, la vida es sagrada, sigue siendo sagrada y nadie puede eliminar a un
ser inocente. El claustro materno debiera ser el lugar más seguro y acogedor
para el ser humano, y se ha convertido en el lugar más amenazado y agresivo en
millones de casos concretos.
Y
ahora, propaganda por todas partes sobre la eutanasia hasta llevar una ley al
Congreso, que probablemente será aprobada. Se intenta dorarnos la píldora con
una falsa compasión hacia el que sufre, “para que no sufra” lo eliminamos.
Ciertamente, el sufrimiento no es plato de gusto para nadie. Y cuando el
sufrimiento es insoportable, llega a desearse la muerte. Pero para eso están
los cuidados paliativos que consisten en aliviar el dolor mediante el
acompañamiento personal, el cariño y la atención al que está sufriendo y el
recurso a la medicina, que hoy cuenta con remedios que alivian e incluso
eliminan el dolor. Cuando el dolor es aliviado o eliminado, nadie quiere
morirse.
Entonces,
¿por qué prospera la eutanasia? Sencillamente porque es más barata que los
cuidados paliativos. Es más económico eliminar a los ancianos que mantenerlos
bien atendidos. Es más barato eliminar a los discapacitados que mantenerlos
durante años hasta su muerte natural. En la Seguridad Social es más rentable
eliminar vidas que cuidarlas y extender a toda la población los cuidados
paliativos hasta que llegue la muerte natural. Es cuestión de egoísmo llevado a
su extremo.
Si
se nubla el horizonte de Dios, se nubla el horizonte de la dignidad humana, se
nubla el valor de la vida humana en todas sus fases. En medio de esta situación
brilla el testimonio abundante de muchos familiares que cuidan a sus enfermos
con todo esmero hasta el final. Yo lo he visto. En medio de esta situación, me
he encontrado con discapacitados que son atendidos con todo cariño por sus
familias y con toda profesionalidad por parte de personas dedicadas. Ese amor es
el que salvará al mundo, de la mano de la Mujer (María, la Iglesia) que protege
al ser humano.
Recibid
mi afecto y mi bendición,
+
Demetrio Fernández,
Obispo
de Córdoba
No hay comentarios:
Publicar un comentario