En esta parábola, Jesús
se sirve del exuberante lenguaje propio de la cultura oriental. Nos habla de un
hombre que debiendo una cantidad enorme de dinero a un prestamista y que no
pudiendo pagarle, fue perdonado por él.
A continuación este
hombre tan magnánimamente perdonado, se encuentra con un deudor suyo que le
debía una insignificancia monetaria. Al no poder el deudor, pagar su pequeña
deuda, se ceba despóticamente con él.
Jesús, repito se sirve
del ampuloso lenguaje oriental para catequizarnos acerca de la apremiante
necesidad de perdonar de corazón.
Dilema: ¿Cómo perdonar
de corazón si lo tenemos enfermo a causa de nuestras prepotencias... si
lo tenemos ahí agazapado esperando la ocasión propicia para ajustar cuentas con
quien nos ha humillado, ofendido engañado...etc.? Aparentemente no hay
respuesta a esta pregunta...o sí. Pues sí, la hay. Dios mismo compadecido de
nuestras impotencias nos hace la Promesa de que hará-creará, en quien en Él
confía, un nuevo corazón: "Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros
un espíritu nuevo, arrancaré vuestro corazón de piedra y os daré un corazón de
carne" (Ex 36,26).
¡Atención! Un corazón nuevo capaz de
perdonar, no indica sumisión sino Libertad... sí, estamos hablando de que un
corazón libre de veleidades y caprichos es también libre para amar y perdonar.
P. Antonio Pavía
https://www.comunidadmariamadreapostoles.com/
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