Ante el Evangelio de
Jesús, se dan dos tipos de respuesta, la del sabio y la del necio, que se
corresponden con dos formas de actuar ante la voluntad de Dios.
Vemos primeramente al
necio. Es tan soberbio, está tan cegado por "sus cumplimientos", que
no se le ocurre pensar que lo de: "Este pueblo me honra con los labios
pero su corazón está lejos de mí"(Mt 15,8) tenga que ver con él. En su
ceguera no cree que el Evangelio de Jesús sea la plenitud de su vida, sino una
vuelta más de tuerca y "se planta".
El sabio, en principio
defiende su vida ante el Evangelio, pero es tan sincero con El Señor que le
dice: No me interesa. Más adelante, con la misma sinceridad que dijo al Señor,
no me interesas, quiero hacer mi vida, se pregunta a sí mismo: ¿Adónde voy con
mi vida hecha jirones que no da más de sí? Decide entonces ponerla en manos del
Señor que le promete engrandecerla hasta el infinito. No sabe si esto es
verdad, pero le interesa hacer la apuesta. Se acerca entonces a Él y sabiendo
que no le va a juzgar le dice: ¡Voy contigo Señor!
P. Antonio Pavía
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