lunes, 13 de enero de 2014

Epifania del Señor




Esta es mi reflexión aplicable a todos los días del año 2014 y siempre.


¿De qué sirve que Jesús ponga su tienda entre nosotros?. Si seguimos pasando de largo…

Vemos en los Magos un ejemplo de hombres creyentes. Nos fijamos en su respuesta abierta, generosa, comprometida. Queremos seguir sus pasos positivos.
Hemos visto su estrella, aseguran los Magos. Pero previamente la estrella se dejó ver. Antes la estrella los había visto a ellos y se colocó en su punto de mira. Ahí estaba, haciéndoles señas, llamando su atención y tocando su corazón.
Es así. En el proceso de la fe la iniciativa siempre viene de Dios. No se llega nunca a la fe por vías de estudio y reflexión. Si fuera cuestión de estudio, todos los sabios creerían. Tampoco es cosa de hacer obras buenas y tener buenos comportamientos éticos.
La fe es, ante todo, un encuentro personal con Dios. Y este encuentro no lo puede programar el hombre. Es Dios quien se hace el encontradizo. Así lo sintieron discípulos y así lo sentimos a veces, que no tenemos nosotros la fe, sino que es la fe la que nos tiene a nosotros, nos lleva y nos conduce; como si Dios mismo nos sostuviera y nos sedujera. Gracias, oh Dios, por el don de la fe.
El primer paso lo da Dios, pero el segundo paso lo tiene que dar el hombre. Primero aparece la estrella, pero después hay que dejarse iluminar. Dios llama primero, el hombre tiene que seguir.
Nuestros Magos se dejaron seducir por la estrella, supieron interpretar el signo. Enseguida, después de preparar lo necesario para el viaje y los regalos, se pusieron en camino, siguiendo no tanto la estrella, sino la luz de su corazón. Fue un viaje difícil, como es siempre el camino de la fe. Pero se fiaron, se esforzaron, buscaron, esperaron con paciencia, y al fin contemplaron al rey que buscaban, un rey desconcertante, y se llenaron de inmensa alegría. Su vida cambió por completo, lo mismo que la ruta de vuelta, volvieron completamente iluminados, testigos de la luz entre los suyos. Ya no buscaban los reyes de la tierra, buscaban los reyes del amor.


Pedro Pablo Crespo Escudero  

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