Esta es mi reflexión aplicable a todos los días del año 2014 y siempre.
¿De qué sirve que Jesús ponga su tienda entre nosotros?. Si seguimos
pasando de largo…
Vemos en los Magos un
ejemplo de hombres creyentes. Nos fijamos en su respuesta abierta, generosa,
comprometida. Queremos seguir sus pasos positivos.
Hemos visto su estrella,
aseguran los Magos. Pero previamente la estrella se dejó ver. Antes la estrella
los había visto a ellos y se colocó en su punto de mira. Ahí estaba,
haciéndoles señas, llamando su atención y tocando su corazón.
Es así. En el proceso de
la fe la iniciativa siempre viene de Dios. No se llega nunca a la fe por vías
de estudio y reflexión. Si fuera cuestión de estudio, todos los sabios
creerían. Tampoco es cosa de hacer obras buenas y tener buenos comportamientos
éticos.
La fe es, ante todo, un
encuentro personal con Dios. Y este encuentro no lo puede programar el hombre.
Es Dios quien se hace el encontradizo. Así lo sintieron discípulos y así lo
sentimos a veces, que no tenemos nosotros la fe, sino que es la fe la que nos
tiene a nosotros, nos lleva y nos conduce; como si Dios mismo nos sostuviera y
nos sedujera. Gracias, oh Dios, por el don de la fe.
El primer paso lo da
Dios, pero el segundo paso lo tiene que dar el hombre. Primero aparece la
estrella, pero después hay que dejarse iluminar. Dios llama primero, el hombre
tiene que seguir.
Nuestros Magos se dejaron
seducir por la estrella, supieron interpretar el signo. Enseguida, después de
preparar lo necesario para el viaje y los regalos, se pusieron en camino,
siguiendo no tanto la estrella, sino la luz de su corazón. Fue un viaje
difícil, como es siempre el camino de la fe. Pero se fiaron, se esforzaron,
buscaron, esperaron con paciencia, y al fin contemplaron al rey que buscaban,
un rey desconcertante, y se llenaron de inmensa alegría. Su vida cambió por
completo, lo mismo que la ruta de vuelta, volvieron completamente iluminados,
testigos de la luz entre los suyos. Ya no buscaban los reyes de la tierra,
buscaban los reyes del amor.
Pedro Pablo Crespo Escudero
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