¡Qué noooooooo, que Jesús no se perdióoooooo…! Que nos estaba diciendo una cosa muy importante.
Cuando
volvía la Familia Santa a Nazaret, de pronto…
-
María ¿Has visto al Niño entre las caravanas? Pregunta José.
-
Espera José que eche un vistazo por los aledaños…. ¡Joséeeeeee, qué el Niño no
está!!!
-
¡Pero María, si venía con nosotros!… o ¿Noooo?
-
¡Ay José, que esto no es normal!, para un viaje que hacemos al año…
No,
si muy normal no es y sólo teníamos que cuidar a uno… Pero este Niño que has
tenido tan locuaz ¡es la monda! María.
Ya,
pero de Dios es nuestro Hijo, lo sabes y hay que cuidarle mejor que a nuestros
ojos…
-¡Y
que lo digas! Vayamos de nuevo a Jerusalén…
Y
al llegar a Jerusalén, al unísono los dos por las calles…
-¡Jesús, Jesúuuuuuuus, Jesúuuuuuuuus!!!
Así
toda la noche, pero Jesús no contestaba
ni “patrás”...
Cuando
al día siguiente le encontraron en el Templo… Jesús les dijo ¿Por qué me andabais buscando?, ¿no sabíais
que tengo que ocuparme de las cosas de mi Padre?, tremendo speech…
¡Pues
claro! A veeeeeer José, María y gente del mundo… Lo que el chiquillo quería
decirnos desde muy pequeño es que no debemos dejar que nadie, cuando estamos en
asuntos de Dios, nos lo impida; ni padre, ni madre, ni amigo… No dejar a Dios
para el final, como hacemos cuando decimos “tengo mucho que hacer”. El Espíritu
debería ser nuestra prioridad (siempre hay tiempo porque Dios nos lo da). No
importa si eres niño o adulto, lo importante es que los demás, los que nos
rodean/rodeamos, lo sepan/sepamos, ayuden y ayudemos.
María y José no se dieron cuenta de la labor
de su Hijo enviado por el Padre… Y aunque Jesús se llevó una regañina, nos
decía que evangelicemos a pesar de los capones que nos den y si lo decimos
antes, genial, así no hay sorpresas ni disgustos. A lo mejor hasta nos llevan
en coche y nos ponen la bufanda… O Nos dejan escribir tranquilos… O nos
escuchan por un día… ¡Chi lo sa!
Emma Díez Lobo
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