¿Quién
no ha oído decir que todos nuestros actos tienen transcendencia en lo
universal?
Aunque
suene poco cristiano, tengo que decir que, en cierto sentido, creo en los
dioses paganos y entiendo a los antiguos cuando los veneraban, es más, creo que
lo sepamos o no, todos y cada uno de nuestros actos van dedicados a algún dios.
Un
acto puede estar dedicado al dios del dinero, otro al dios de la ira, o de la
guerra, o al dios de la sensualidad, o cómo no, al dios del vino.
¿Y
por qué digo dios del dinero o dios de la ira, y no digo simplemente dinero o
ira? Pues muy sencillo: porque, como si fueran dioses, llegan a ejercer poder
sobre el hombre hasta poseerle completamente.
Con
cada acto su poder crece y crece cada vez más y eso es fácilmente comprobable.
También hay dioses de la virtud, como la paciencia, la dulzura, o la caridad,…
a los que podemos dedicar nuestros actos para que posean nuestro espíritu.
Los
cristianos decimos que creemos que hay un solo Dios verdadero, que entonces
encarnaría todas esas cualidades, las cuales pueden ser buenas o malas
dependiendo del momento y la situación por las que se les ha dedicado un acto.
Creemos
necesario a veces hacer actos por dinero, incluso utilizar la ira para
contrarrestar un mal mayor, procurando no llegar a ser esclavos de esas
cualidades.
Otro
asunto que viene al caso es que el hombre, al comer del fruto del árbol de la
Ciencia del Bien y del Mal, quiso usurpar el papel de Dios y ahora cree que
conoce y, por tanto, decide qué es bueno y qué es malo a su antojo, juzgándolo
todo y a todos como si fuera un Dios absoluto, olvidando la transcendencia de
sus actos y sin saber que llegará a ser poseído por un dios pagano al que
venera sin darse cuenta.
Pero
entonces surge una gran pregunta ¿Por qué quieren los dioses poseer al hombre?
O lo que es lo mismo ¿Qué tiene el hombre tan valioso para los dioses?
La
respuesta es obvia, sencilla, prosaica y única… …su atención.
A
poco que observemos, podemos constatar que no solo los dioses quieren nuestra
atención, sino también los hombres desde el mismo momento en que nacen y todo
lo que hay sobre el Universo quiere nuestra atención.
Desde
pequeños queremos la atención de los demás, y es por medio de la atención que
aprendemos todo lo que sabemos y con nuestra atención servimos al mundo, a los
demás y a todo en la creación.
Nuestra
atención es alimento para los hombres, para las cosas y para los dioses.
También
el único Dios de los cristianos, ése al que llamamos Padre, porque así lo llamó
Jesús por primera vez, también parece que quiere nuestra atención.
Los
cristianos decimos que Dios quiere nuestra alma y decimos verdad, porque
nuestra alma y nuestra atención están íntimamente ligadas.
Nuestra
alma se nutre de nuestra atención y será poseída por la virtud o el defecto
según a qué hayamos dado nuestra atención. Parece que el hombre sabe lo que es
la atención pero no termina de tener claro que es el alma, sin embargo aquí es
donde lo divino y lo humano se encuentran,… …en la atención.
Es
más el hombre llega a negar la existencia del alma sin darse cuenta de lo
ligada que ésta está a su atención, a su consciencia.
Incluso
niega la existencia del infinito sin darse cuenta que lo infinito está presente
por todas partes y en todo lo creado por Dios.
¿Cuál
es el número mayor hasta el que sabes contar?... …infinito
¿Cuántos
matices de colores se pueden formar?... …infinitos
¿Cuántas
frecuencias de sonidos podrían existir?... …infinitas
Y
así una infinita lista de la que muchas veces no somos conscientes y el hombre
vive a veces sin darse cuenta de su relación con lo infinito y lo universal sin
captar su continua relación con el universo en todos nuestros actos, un dar y
tomar recíproco y necesario para la existencia.
Tomamos
aire y lo devolvemos al aire universal. Tomamos agua y la devolvemos al agua
universal. Tomamos alimento y lo devolvemos a la tierra. Tomamos luz y calor e
inmediatamente lo intercambiamos con el universo. Aunque estuviésemos en mitad
del espacio vacío del cosmos, nuestro calor se intercambiaría con el planeta
más cercano a cualquier distancia que estuviese. También cogemos pensamientos y
los devolvemos a la mente común. Intercambiamos con el universo constantemente,
y lo mismo hacemos con nuestra atención, pero seguimos pensando que somos
individuos separados del universo y del infinito.
Dios
puso su poder en la atención del hombre y lo rodeó del infinito, y eso nos hace
semejantes a Él. Quiere nuestra atención y quiere nuestra alma porque son suyos
afortunadamente para nosotros gracias a su gran compasión.
He
dicho que Jesucristo fue quien llamó “Padre”
a Dios por primera vez y eso es una de las muchas cosas que lo distingue de
todos los grandes profetas de otras religiones.
Él
sabía que era Hijo de Dios y sólo hacía su voluntad. Toda su atención estaba en
el Padre y tan poseído era de Él que eran Uno Solo.
Jesucristo
sabía que nuestra atención es nuestro Tesoro.
Dirijamos
pues nuestra atención al lugar que debemos para ser uno con Cristo y con Dios
como ellos mismos eran uno… …Amén.
Y
si quiero ser honesto con estas palabras solo puedo terminar diciendo:
“Gracias por su atención”
J. J.
Prieto Bonilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario