sábado, 4 de enero de 2014

¿Os imagináis a los Reyes?


                                      
 
Pues yo sí, aunque eso de la barba blanca, pelirroja y negraaaa… Pues como que parece un tanto colorido… Serían normales, de Tarsis, del Oriente extremo… Morenillos, adultos y sabían montar a caballo o en camello, eso ¡Seguro!

Debió ser espectacular verles por los desiertos… ¡Dios tiene unas cosas, qué no se le ocurre a nadie más que a Él! Los tres con sus séquitos y desde tan lejos, charlando del conocimiento que Dios les había inspirado. ¿Que como se llamaban? Pues en realidad bastante parecido, Melkon, Gaspard y Balthazar.

-Oye Melkon, tú que tienes más canas que ninguno ¿Sabes si es el Norte dónde apunta la estrella?, yo es que me desoriento que no veas, soy como las “ñoras” que le presentan un mapa y lo ponen al revés…

-Gaspard, no digas más tonterías, sólo hay que seguir esa estrella del Nacido…

-Ya, lo que mande el cielo y tú digas, pero no te alejes mucho que llevo el Incienso…

-Yo el Oro ¡Qué te crees!... De pronto se oye una voz…

-¡Esperadme amigos que el camello está algo roncha!

-¡De verdad Balthazar!, yo no sé qué te dieron hijo, porque hay que ver el camello lentorro  por demás que te han alquilado…

-Vale Melkon, pero es lo que hay… Y Dios nos los ha proporcionado a su manera.; a lo mejor es para llegar justo a tiempo, ni antes ni después…

-Pues tienes razón Balthazar, las cosas nunca son porque sí… Sabemos que la mano de Dios está en todo, también  parando al camello… Y no pierdas la Mirra por favor.

Después de varios días de caminata lenta, llegaron a Herodes y de Herodes (al que le dio el yuyu del siglo) a Belén… Se arrodillaron y adoraron a Jesús. Ellos confirmarían la obra del Altísimo pues eran los segundos testigos después de los pastores.

Oro, Incienso y Mirra… Como Rey, como Dios y como Hombre. No fue una casualidad ni por azar, los tres regalos, eran simplemente los que Dios quería dar a su Hijo por mano de estos sabios representantes de todos los continentes del mundo… 

Yo no tengo que ir a Belén, yo no tengo que regalar Oro, Incienso o Mirra; tengo que ir a mi corazón, bendecirle como Rey, escucharle como Dios y amarle como Hombre... Mis tres regalos que Dios me envía para su Hijo en esta Navidad.

 

Emma Díez Lobo

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