Pues
yo sí, aunque eso de la barba blanca, pelirroja y negraaaa… Pues como que
parece un tanto colorido… Serían normales, de Tarsis, del Oriente extremo…
Morenillos, adultos y sabían montar a caballo o en camello, eso ¡Seguro!
Debió
ser espectacular verles por los desiertos… ¡Dios tiene unas cosas, qué no se le
ocurre a nadie más que a Él! Los tres con sus séquitos y desde tan lejos,
charlando del conocimiento que Dios les había inspirado. ¿Que como se llamaban?
Pues en realidad bastante parecido, Melkon, Gaspard y Balthazar.
-Oye
Melkon, tú que tienes más canas que ninguno ¿Sabes si es el Norte dónde apunta
la estrella?, yo es que me desoriento que no veas, soy como las “ñoras” que le
presentan un mapa y lo ponen al revés…
-Gaspard,
no digas más tonterías, sólo hay que seguir esa estrella del Nacido…
-Ya,
lo que mande el cielo y tú digas, pero no te alejes mucho que llevo el Incienso…
-Yo
el Oro ¡Qué te crees!... De pronto se oye una voz…
-¡Esperadme
amigos que el camello está algo roncha!
-¡De
verdad Balthazar!, yo no sé qué te dieron hijo, porque hay que ver el camello
lentorro por demás que te han alquilado…
-Vale
Melkon, pero es lo que hay… Y Dios nos los ha proporcionado a su manera.; a lo
mejor es para llegar justo a tiempo, ni antes ni después…
-Pues
tienes razón Balthazar, las cosas nunca son porque sí… Sabemos que la mano de
Dios está en todo, también parando al
camello… Y no pierdas la Mirra
por favor.
Después
de varios días de caminata lenta, llegaron a Herodes y de Herodes (al que le
dio el yuyu del siglo) a Belén… Se arrodillaron y adoraron a Jesús. Ellos confirmarían
la obra del Altísimo pues eran los segundos testigos después de los pastores.
Oro,
Incienso y Mirra… Como Rey, como Dios y como Hombre. No fue una casualidad ni
por azar, los tres regalos, eran simplemente los que Dios quería dar a su Hijo
por mano de estos sabios representantes de todos los continentes del
mundo…
Yo
no tengo que ir a Belén, yo no tengo que regalar Oro, Incienso o Mirra; tengo
que ir a mi corazón, bendecirle como Rey, escucharle como Dios y amarle como
Hombre... Mis tres regalos que Dios me envía para su Hijo en esta Navidad.
Emma Díez Lobo
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