Ábrete a las sorpresas de Dios
Siempre ha sido "la cuesta
de enero". Este año hay que añadir "la de febrero". Hay que
vivir cuesta arriba. Y es difícil, ¿no os parece jóvenes?. No tenemos otra
salida si queremos seguir a Cristo y la cuesta que nos señala nuestro Papa
Francisco. Se trata de una cuesta de oración. De auténtica oración. Es lo que
hacía Jesucristo en los momentos difíciles de responder al Padre
vocacionalmente, cristianamente
Ser jóvenes de una auténtica
vida, supone crecer, día a día, en la oración. No vale rezar de
cualquier manera. Nuestros rezos, a veces, nos atrapan en un puro formulismo
que hace que nuestra oración tenga poca fuerza, y nos vamos debilitando y nos
perdemos en esta "cuesta". Jesucristo es el centro de nuestra
oración, a Él sólo debemos escuchar. Y nosotros callar. Ya que es Él quien
habla en la oración. No confundamos la Palabra con las palabras.
El mundo de hoy, jóvenes,
necesita de nuestras escuchas a la Palabra. Las nuestras de poco le van a servir. Y
no olvidemos que nuestra "cuesta" no tiene atajos ni rodeos, ni
curvas... Es recta, en pendiente hacia arriba: Cristo resucitado, en el final y el hombre atendido y amado por
nosotros durante el caminar.
A las palabras se las lleva el
viento; a la Palabra ,
no. Y lo mismo le suceden a nuestras escuchas. Escuchas, contemplación,
compartir todo lo que conlleva la
Cruz del Resucitado.
Para subir las dos cuestas hay
que sentirse libres. "Porque así lo quiere Dios: que haciendo el bien, le
tapéis la boca a la estupidez de los ignorantes; y esto como hombres libres; es
decir, no usando la libertad como tapadera de la villanía, sino sirviendo a
Dios". (1Pe.2,15-16).
Chusmi.
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