Soy
práctica, del mundo y este tema nos interesa, tal vez porque si no las
tuviéramos, yo no estaría escribiendo y tú no estarías leyendo…
Ellas
llegan sin llamarlas y sin avisar, las suficientes como para decir más de
cuatro veces, este mundo es un valle de lágrimas… Es verdad, lo es, pero
también es el oro celestial que nos toca
gratis ¿por qué? Aquí viene lo genial, porque nos redime de nuestros
infinitos pecados si se las ofrecemos a Dios, también ayudan a nuestros
familiares que se hallen penando
tremendamente”.
¿No
es pues una suerte? Yo creo que sí. Nada se desprecia y todo vale para un bien mucho
mayor de lo que podemos imaginar. ¡Jopé! Quien me lo iba a decir… Pues Jesús en
persona.
A
ver, no es que lo celebremos con champagne, pero el solo hecho de saber que con
el ofrecimiento del dolor, muchas almas se liberan… Es el sumun. Después ellos
intercederán por nosotros y ¿No es lo mejor que nos puede pasar?
Miremos
por donde lo miremos, siempre ganamos. Ya sé que sentimos tristeza, ansiedad y
¡qué sé yo!, de todo y más; pero hay que mirar el lado bueno y el lado bueno es
maravilloso.
El
mejor ejemplo que tiene el hombre del sufrimiento, es Jesús y mira por donde,
podemos llegar al cielo.
Yo
sabía que las perlas saladas que brotan de los ojos, Dios las recoge y nos hace
cintas que suben a su Reino. Mientras más perlas, más cerca estará el cielo.
¡Una
cinta cortita no llega ni a la puerta de casa!
Emma Diez Lobo
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