martes, 21 de junio de 2016

No hemos cambiado

                                                                     

                 
 Me acuerdo de aquel día donde estábamos tú y yo, era el Edén. Nos dijeron que no nos acercáramos al árbol dichoso y… ¡Jopé, menudo mercadillo se ha montado a su alrededor! Yo es que no lo entiendo, nos avisan, nos dicen que ni una “manzana” más, que su sabor es dulce pero envenena y a pesar del “antídoto” que nos ponen… ¡Hala! en tropel a por “manzanas”…   

Parece como si todo nos diera igual y en verdad no es así, pero ¡madre mía con los cestorros! Yo tengo al cura agotado y aunque las devuelva, siempre el árbol me mira, me succiona y oigo: “Anda toma esta otra manzana, rica rica, no pasa nada” y allá que me planto…  

Dios no se ríe, está hasta el gorro de avisar; un día se va a enfadar y ¡Una de Apocalipsis, por favor!... ¡Oído cocinaaaaa! (los ángeles).

Aunque nos parezca increíble, es real. NO obedecemos así arruinemos nuestra vida, pues la causa de tanto mal, es la ausencia de Dios en multitud de almas. Yo Le Bendigo por su presencia en la mía y, a cambio me ofrece su infinita Misericordia, pero ¡Ay! de los que no crean en ella ni en Dios. ¡Terrorífico el número de almas que no verán el cielo jamás!     
  
Hagamos un Edén donde demostremos con nuestra libertad, que ya nos pueden poner miles de árboles “preciosos y atrayentes”, que pasamos de ellos con orgullo para vivir en paz a la sombra de los señalados, pues no sólo nos los indicó Dios, después lo hizo Jesús y hasta hoy, el Espíritu Santo en la casa de Dios. 

Ojalá pudiera escribir  un texto que dijera “Hemos cambiado”.  


Emma Díez Lobo

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