Jesús es mesías que salva
dando su vida
Es importante descubrir la originalidad de la obra
salvadora de Jesús, salvación radical y total, personal y universal, que
comienza ahora y se completa en la resurrección. Igualmente importante es tener ideas claras sobre el
modo cómo salva Jesús, dando su vida.
En tiempos de Jesús eran muchos los que esperaban la
llegada del reino de Dios a base de la irrupción de veinte legiones de ángeles
que destruirían todos los pecadores sobre la tierra e instaurarían el reinado
del Mesías, hijo de David, un imperio político-religioso, con capital en
Jerusalén. Los Doce discípulos compartían esta idea y en este sentido Pedro
reconoce a Jesús como Mesías (Evangelio). Jesús acepta el título, pero no la
manera cómo lo entienden sus discípulos. Por ello les manda guardar silencio,
pues él le va a dar un sentido totalmente diferente a este título en línea con
lo sugerido por Zacarías (1ª lectura). Después de su resurrección, los
cristianos hemos comprendido el sentido de su mesianismo y reconocemos a Jesús
como Mesías, en griego Cristo. El nombre Jesucristo
es precisamente una confesión de fe de los primeros cristianos: reconozco que Jesús es el Cristo.
Mesías significa
literalmente ungido. En su origen se
refiere a la persona que es ungida con aceite para un esfuerzo especial, como
una carrera o una lucha. En sentido religioso se usa en Israel para indicar una
persona capacitada por Dios para una tarea especial, como el rey, los
sacerdotes y profetas. Todos ellos son ungidos
por Dios. Y con este sentido se esperaba un
ungido especial, el Mesías, enviado
por Dios para instaurar su reino. Jesús se reconoce como este ungido en la
modalidad de profeta. Así lo dijo en la sinagoga de su pueblo: El Espíritu del Señor sobre mí porque me ha
ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la
libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc
4,18-19).
Pero para Jesús
su modo de salvar es totalmente original, en lugar de intentar arreglar las
cosas desde fuera, enviando 20 legiones de ángeles, piensa que hay que
arreglarlas desde dentro, dando a las personas un corazón nuevo. Aquí radicaba
la causa del mal general, en que los hombres tenían un corazón de piedra que se
traduce en desorden, odio y destrucción. La solución no está simplemente en
imponer un orden externo a base de coacción policial, que procurarán los
individuos saltárselo cuando les interese. Esto deben hacerlo los estados, pero
no basta. Es necesario convencer desde dentro a las personas de la necesidad y
bondad de ese orden. Es el camino que busca toda buena pedagogía, en lugar de
corregir una persona con castigos, procurar cambiarla convenciéndola. La acción
mesiánica de Jesús iba a consistir en
ofrecer a la humanidad, dañada por el pecado original, un corazón nuevo, capaz
de vivir como hijo de Dios y hermano de todos los hombres con la tarea de crear
un mundo fraternal.
Y esto lo consigue el
Hijo de Dios haciéndose hombre y creando en él ese corazón nuevo que después de
su muerte y resurrección ofrece a toda la humanidad. Para ello vivió una
auténtica existencia humana, igual a la nuestra en todo menos en el pecado,
toda ella consagrada a hacer la voluntad de Dios por amor. Jesús resucitado
el hombre
nuevo con un corazón nuevo. Y después nos envía su Espíritu Santo para que
libremente compartamos su corazón en el bautismo.
En el bautismo (2ª
lectura) recuerda Pablo que nos revestimos de Jesús por medio de su Espíritu,
que nos hace compartir su corazón. Ya somos hombres nuevos en Jesús, ya tenemos
un corazón nuevo y con él la tarea de actualizar la obra salvadora de Jesús
desde dentro, transformando el mundo. Unidos en Cristo, desaparecen las
diferencias accidentales y somos todos iguales, hijos de Dios, con la tarea de
crear un mundo nuevo acorde con nuestra nueva situación, sin marginados ni
injusticias.
El cristiano es
consciente de que debe seguir a Jesucristo,
es decir, a Jesús mesías-salvador, pero es importante seguir al verdadero Jesucristo, pues existe la tentación de
crearse un Jesús a imagen y semejanza propia que justifique el tipo de
salvación que se quiere seguir. Así ha surgido el Jesús-guerrillero o el
Jesús-filósofo de los buenos consejos o el Jesús esotérico y gnóstico que salva
a base de conocimientos secretos ... El verdadero Jesús es el que actúa movido
siempre por el amor, por amor se encarna en este mundo junto a los más
necesitados, por amor denuncia todo tipo de egoísmos e injusticias, por amor
actúa como siervo de todos y pasa haciendo el bien, por amor da su vida por los demás. Este es el Jesús que
encontramos en la Eucaristía, donde continúa realizando su tarea mesiánica de
ser cuerpo que se entrega y sangre que se
derrama por muchos. En ella miramos
al que atravesaron.
Rvdo. D. Antonio Rodríguez Carmona
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