El Salmo 35
nos dice: “…porque en Ti está la
fuente viva y tu Luz nos hace ver la Luz…”. En el mudo hay muchas luces,
hay mucho ruido. Y estas luces no siempre, pero a veces, cuando menos, reflejan
una luz que proviene de la luz de Satanás, la luz de Lucifer, la luz del
infierno. Y hemos de estar preparados para distinguir cuál es la Luz verdadera,
y cuáles las luces que nos apartan del verdadero camino-Jesucristo-.
Ocurre que esa luz de las tinieblas, que el hombre
prefirió, nos resulta atractiva, nos gusta al paladar, es divertida,
pero…conduce a la perdición. Dice san Juan en el prólogo del Evangelio de
Jesucristo: “…En el principio existía la
Palabra (Jesucristo), y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios…La
vida era la Luz de los hombres, y la Luz brilla en las tinieblas, y las
tinieblas no la vencieron…” (Jn 1, 1-5)
Y continúa: “…La
Palabra era la Luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este
mundo…vino a los suyos, y los suyos no la recibieron; pero a los que la
recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su
Nombre…” (Jn 1, 9-13)
Más
adelante nos insiste Juan: “…Y el juicio está en que la Luz vino al mundo y los
hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas, pues
todo el que obra el mal aborrece la Luz y no va a la Luz, para que no sean
censuradas sus obras. Pero el que obra la Verdad, va a la Luz…” (Jn 3,19-21)
El Evangelio, Palabra de Jesucristo, Verdad
revelada por el Padre, nos saca totalmente de dudas. Después de estas lecturas
ya sabemos que el hombre ha preferido las tinieblas, a causa del pecado
original que todos llevamos dentro. Pero el Señor Jesús nos pone en la Verdad
plena. Y así nos ayuda en nuestra meditación el Salmo 118, cuando dice: “…Lámpara es tu Palabra para mis pasos,
Luz en mi sendero…” (Sal 118 105-112)
Por eso, el Salmo que hemos enunciado al principio,
nos dice: “…porque en Ti está la fuente
viva y tu Luz nos hace ver la Luz…”. Jesucristo es la “fuente viva” que nos
acerca e ilumina nuestra vida; hay otras fuentes, que no sonde agua viva; son
aguas estancadas donde se reflejan nuestros pecados. Y es lo que comunica Jesús
a la Samaritana, cuando le dice:”…Todo el
que beba del Agua que Yo le dé no tendrá
sed jamás, sino que el agua que Yo le dé se convertirá en él en fuente
de agua que brota a la Vida Eterna…” (Jn 4,14-15). Vemos de esta forma cómo se unen y concuerdan
las palabras de Jesús con las profecías de los Salmos.
Jesús, nada más terminar el bellísimo diálogo con
la mujer adúltera, nos dice: “…Yo Soy la
Luz del mundo, el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la Luz
de la Vida…” (Jn 8,12).
Y profetiza con las palabras de la Teofanía
(manifestación de Dios) en el Sinaí a Moisés, cuando le comunica su Nombre: YO SOY.
Por eso tantas veces nos dirá Jesús. Yo Soy la Luz del mundo, Yo Soy el Agua Viva, Yo Soy el pan vivo, Yo
Soy el Camino, la Verdad y la Vida, Yo Soy la puerta…
Acerquémonos a la Luz verdadera Jesucristo y su
Santo Evangelio, que si bien nacimos con el pecado original, fuimos limpiados
con el Bautismo y redimidos con la Cruz gloriosa de Cristo; no nos dejemos
engañar por las seducciones del Maligno, no nos dejemos guiar por quienes no
tiene Luz, ya que, un ciego no puede
guiar a otro ciego, sino que caerán los dos en el hoyo (Lc 6, 39)
Alabado sea Jesucristo
Tomas
Cremades Moreno
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