Quiero hablar de esos seres que nos
rodean con un instinto que a veces parece superar la inteligencia humana. Me
causa gran tristeza la NO importancia que se les da (a no ser que “sirvan de
algo o para algo”).
Todos han sido embriones que maduraron
para poder nacer. Todos quieren vivir, todos sufren dolor y temen, todos mueren…
Cada uno en su mar, tierra o aire y me pregunto: ¿Por qué pisar una hormiga?, ¿porque
es diminuta? No, no lo entiendo; mientras ella busca su sustento, llega ese
gigante de humano y a propósito, bajo una suela despiadada acaba con la vida de
ese ser como si nunca hubiera existido…. Millones de animales mueren
sin sentido.
¿Te dan asco?, ¿matas por diversión?,
¿por dinero? No quiero juzgarte, pero no me gustas y me da igual los años que
tengas (maldad gratuita).
Vi sufrir a una chiquita hormiga con
sus estertores de muerte… Aún la recuerdo, pues también Dios la trajo al mismo
mundo que el mío y sus razones tuvo para hacerlo.
A Dios pido conciencia y respeto en el
hombre y en el niño por la vida animal y así, erradicar las “las ansias
de su aniquilamiento sin motivo ni sentido”.
Hay
un hombre que cada día espera en un
remanso de un río, a un pez, el cual viene para dejarse acariciar por su amigo
humano, largos minutos.
Valora (y no por su belleza) cualquier
ser viviente no humano y valorarás a tu prójimo.
Emma
Díez Lobo
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