jueves, 20 de septiembre de 2018

Sin obras no hay FE


        


                                                                                  
Sin obras no existe la Fe porque la Fe es hacer, obrar, trabajar, compartir con los demás en la medida y manera que Dios se hace valer en nosotros. ¿Le sientes?  

¿Te importa la gente? Que te importe; ¿te importa bendecir? Bendice; ¿te preocupa que las almas se salven? Ayúdales; ¿ves soledad? Acompáñales; ¿sufrimiento? Mitígalo; ¿deseas que el mundo cambie? Reza; ¿te duele la desgracia ajena? Involúcrate; ¿quieres salvarte? Su ministro -alter Christus- te perdonará en su Nombre.

La Fe nace de las obras que hagas; por ti, lo hará la Fe de los otros. Si no ves así la vida, no conoces a Dios. Creer no es saber que Dios se hizo Hombre y ya, es mirarte en el prójimo y sentirle.  

No existe Santo sobre la tierra que no haya trabajado por las almas. Todos, absolutamente todos, vivieron para otros, sufrieron por otros, trabajaron para otros y evangelizaron. ¡Tanto desvelo por las almas!

Si no haces mal pero tampoco bien -fuera de tu refugio-, no estás haciendo nada.

Imitar a Cristo es llevar sus Palabras contigo ¿las llevas? Él no descansaba, Él se preocupaba por todos menos de sí mismo… Si no es así y te refugias en tu guarida, no puedes hablar de Fe sino de ti.

¿Pues qué mérito tiene amar entre los que se aman? Ante Dios, ninguno. Él vino por los que no son capaces de sentir a su prójimo. 

¿Llevarás al cielo aunque solo sea un alma? Piénsalo y actúa. Si eres hijo de Dios, revélale, da Testimonio.   
     
 Emma Díez Lobo

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