Muy real
y actual está parábola de Jesús. Nos centramos en la primera parte. Un rey
celebra la boda de su hijo y cursa la invitación a sus más allegados. Para su
sorpresa, estos la rechazan aduciendo las más variadas excusas. En realidad la
verdadera razón por la que estos, aparentemente allegados, declinan la
invitación es que "sus cosas" son más importantes que "las cosas
del rey", aunque esta vez se trate de la boda de su hijo.
Esta
parábola revestida con el típico estilo literario oriental nos alcanza de
lleno. Nuestra adhesión al Hijo de Dios no es cuestión de palabras y más
palabras por muy rimbombantes que sean. Tu adhesión a Jesús se mide según la
prioridad que das en tu corazón a las cosas de Dios frente a las tuyas.
Las cosas
de Dios tienen un nombre: El Santo Evangelio. En fondo del Manantial de aguas
vivas, que es el Evangelio de Jesús, se encuentran "sus cosas" que
son perlas preciosas como la que encontró aquel buscador del que nos habla
Jesús (Mt. 13, 45-46). Perlas que sólo son perceptibles para quienes buscan a
Dios con todo su corazón. A estas personas, Jesús les llama: “Pobres de
espíritu”, pequeños ante los demás pero inmensamente grandes a sus ojos.
Una
última cosa... en el lenguaje del Evangelio, pequeño es sinónimo de
discípulo... de Jesús.
P.
Antonio Pavía.
https://www.comunidadmariamadreapostoles.com/
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