miércoles, 7 de octubre de 2020

JUEVES EUCARÍSTICO Y SACERDOTAL

 

 

ORACIÓN DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

 

 

       ¡Oh Jesús, que tanto me amas, Dios verdadero aquí oculto, óyeme, te lo suplico! ¡Que tu santa voluntad sea mi voluntad, mi pasión, mi amor! ¡Haz que yo la busque, la encuentre y la cumpla! ¡Enséñame tus caminos, indícame tus senderos! Tienes tus designios sobre mí; descúbremelos y haz que esté unido a Ti hasta la salvación eterna de mi alma.

 

        Hazme indiferente a todo lo pasajero, no quiera ver sino a Ti, que ame todo lo que es tuyo, pero a Ti sobre todo, Dios mío.

 

       Vuélveme amargo todo placer que no se dirija a Ti, hazme imposible todo deseo que no seas Tú mismo; hazme delicioso todo trabajo hecho por Ti, insoportable todo trabajo que no estribe en Ti, y que a cada hora, oh mi buen Jesús, mi alma dirija a Ti su vuelo; que mi vida no sea sino un acto de amor. Hazme sentir que está muerta toda obra que no esté encaminada a honrarte. Que mi devoción sea más que costumbre una continua elevación del corazón.

 

      ¡Oh Jesús, 'mis delicias y mi vida, haz que sea humilde sin hipocresía, alegre sin disipación, que en las tristezas no me abata, ni sea áspero en la austeridad.

 

        Haz que sea sincero en mis palabras, que tema sin desesperar y espere sin presunción, que sea puro y sin mancha, que reprenda sin cólera, ame sin falsas apariencias, edifique sin ostentación, obedezca sin réplica y sufra sin queja.

 

        Bondad suprema, oh Jesús, te pido un corazón enamorado de Ti, al cual ningún espectáculo ni rumor alguno puedan turbar.

 

        Un corazón fiel y activo, que no vacile ni se abata, siempre pronto a luchar después de cada borrasca. Un corazón libre, jamás seducido, jamás esclavo. Un corazón recto, que nunca se encuentre en los senderos torcidos. Y mi espíritu, Señor, mi espíritu... Haz que no pudiendo desconocerte te busque con ardor, que sepa encontrarte a Ti que eres la suprema sabiduría. Que mis meditaciones no te desagraden. Que confiado y sosegado espere en tu palabra.

 

        Haz que la penitencia me haga sentir las espinas de tu corona. Que la gracia me vierta sus dones en el camino del destierro. Que la gloria me embriague de tus gozos en la patria celestial.

 

       Amén.

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