ORACIÓN
DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
AL
SANTÍSIMO SACRAMENTO
¡Oh Jesús, que tanto me amas, Dios
verdadero aquí oculto, óyeme, te lo suplico! ¡Que tu santa voluntad sea mi
voluntad, mi pasión, mi amor! ¡Haz que yo la busque, la encuentre y la cumpla!
¡Enséñame tus caminos, indícame tus senderos! Tienes tus designios sobre mí;
descúbremelos y haz que esté unido a Ti hasta la salvación eterna de mi alma.
Hazme indiferente a todo lo pasajero,
no quiera ver sino a Ti, que ame todo lo que es tuyo, pero a Ti sobre todo,
Dios mío.
Vuélveme amargo todo placer que no se
dirija a Ti, hazme imposible todo deseo que no seas Tú mismo; hazme delicioso
todo trabajo hecho por Ti, insoportable todo trabajo que no estribe en Ti, y
que a cada hora, oh mi buen Jesús, mi
alma dirija a Ti su vuelo; que mi vida no sea sino un acto de amor. Hazme
sentir que está muerta toda obra que no esté encaminada a honrarte. Que mi
devoción sea más que costumbre una continua elevación
del corazón.
¡Oh Jesús, 'mis delicias y mi
vida, haz que sea humilde sin hipocresía, alegre sin disipación, que en las
tristezas no me abata, ni sea áspero en la austeridad.
Haz que sea sincero en mis palabras,
que tema sin desesperar y espere sin
presunción, que sea puro y sin mancha, que reprenda sin cólera, ame sin falsas apariencias, edifique sin
ostentación, obedezca sin réplica y sufra
sin queja.
Bondad suprema, oh Jesús, te pido un
corazón enamorado de Ti, al cual ningún espectáculo ni rumor alguno puedan
turbar.
Un corazón fiel y activo, que no vacile
ni se abata, siempre pronto a luchar
después de cada borrasca. Un corazón libre, jamás seducido, jamás esclavo. Un
corazón recto, que nunca se encuentre en los senderos torcidos. Y mi espíritu,
Señor, mi espíritu... Haz que no pudiendo desconocerte te busque con ardor, que
sepa encontrarte a Ti que eres la suprema sabiduría. Que mis meditaciones no te desagraden. Que confiado y sosegado
espere en tu palabra.
Haz que la penitencia me haga sentir
las espinas de tu corona. Que la gracia me vierta sus dones en el camino del
destierro. Que la gloria me embriague de tus gozos en la patria celestial.
Amén.
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