Se suele alabar la
generosidad de los dos Apóstoles por su disponibilidad ante la llamada de
Jesús, que es verdad, pero lo que hemos de resaltar, y esto vale para todo
aquel llamado al Discipulado, es que el Generoso por antonomasia es Jesús al
llamarles. Fijémonos que les dice: "Yo os haré llegar a ser..."
Tengamos en cuenta que el verbo hacer es el utilizado por el autor del libro
del Génesis al narrarnos la creación del mundo por parte de Dios y que no pocas
veces los profetas llaman a Yahvé, nuestro Hacedor, por ejemplo (Is. 54, 5)
En fin, que es Jesús
quien se compromete con Pedro, Andrés... con todos para crear nosotros el
Discipulado. Todo aquel que, consciente de su debilidad, confía en que Jesús
culminará su obra en él, que es llegar a ser su discípulo, al constatar que la
Fuerza y la Gracia que fluye del Evangelio moldean su ser de forma que ya no es
siervo del Señor sino amigo (Jn. 15, 15), puede apropiarse de la confesión de
fe del Salmista y proclamar: "Señor, tu promesa supera tu fama..."
(Sal. 138, 2). ¡Si, Dios mío! Has hecho en mi lo que jamás hubiese podido
imaginar. Y en su crecimiento le pide como el Salmista: que culmine el Discipulado
en él: "Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus
manos" (Sal. 138, 8).
Con el salmista decimos
todos. ¡Señor, ya sé que no hay cima mayor en este mundo que llegar a ser tu
Discípulo! Tú qué me llamaste, culmina en mí tu obra por excelencia.
P. Antonio Pavía.
https://www.comunidadmariamadreapostoles.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario