Todos sabíamos que
vivíamos en un estilo de vida irreal e insípida; lo sabíamos pero disfrazamos
nuestras frustraciones abrazándonos a la quimera de una autorrealización casi
insultante, incluso escondimos nuestras carencias trascendentales bajo la alfombra
de mil bullicios y pomposidades.
Lo peor es que
consentimos y capitulamos ante el engaño, consentimos también en adormilarnos
hasta que nos alcanzó esta pandemia que de un manotazo puso en evidencia
nuestra brutal indigencia. Arrancadas las caretas se hicieron visibles nuestras
impotencias y desdichas y hasta nuestras debilidades mentales.
Sin embargo entre las
tinieblas que nos envuelven surgen rayos luminosos que nos invitan a todos a la
esperanza.
¿Qué o quiénes son estos rayos luminosos? Son
los discípulos de Jesús, son su Luz en el mundo (Mt 5, 13). Son los que nadando
contra corriente en una sociedad satisfecha con ser nada ni nadie reflejan, sin
condenar a nadie, la Vida en abundancia que les viene de Jesús (Jn 10, 10).
Sufren la pandemia y sus inconvenientes y limitaciones como todos pero no sé
abaten, es más son portadores de una alegría inagotable... y es que Jesús les
dijo que nada ni nadie, ni siquiera esta pandemia conseguiría arrebatarsela (Jn
16, 22).
P. Antonio Pavía
https://www.comunidadmariamadreapostoles.com/
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