"Este
pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mi" (Mt
15,8). Partimos estas palabras de Jesús a la luz del primer salmo. Nos presenta
tres grupos de personas, impíos, burlones y pecadores marcados por un mismo
sello: la iniquidad.
A continuación
describe al verdadero buscador de Dios. Es aquél que medita -es decir, lleva
hacia su corazón- la Palabra que lee, la susurra amorosamente. A este le llama
Bienaventurado porque al trasladar la Palabra desde la mente al corazón sella
en él la Fuerza y la Gracia de Dios que posibilitan su fidelidad a Él.
Cuando la
Palabra queda en la mente y de ahí a los labios sabes lo que tienes que hacer
para agradar a Dios pero tú debilidad te lo impide como dice Pablo (Rom 7, 14).
Jesús nos
dice a todos, a ver si nos enteramos: "...Yo guardo la Palabra de mi Padre
(Jn 8,55b). Jesús guarda la Palabra del Padre, como la guardo María Madre de la
Iglesia (Lc 2,19). Como la guardan los que desean ser sus discípulos (Jn
14,23). Y es que cuando acoges el Evangelio de Jesús en tu corazón estás, no
cerca de Él, sino con Él, por eso jamás te dirá: Tú rezas con tus labios pero
tú corazón está lejos de mí. Al contrario, te hará ver que vive en ti.
P.
Antonio Pavía
comunidadmariamadrespostoles.com
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