Después de aquél
día trascendental, hoy es Él quien auxilia ¿Cómo?, cuando Lees el Evangelio o
cuando te envía cirineos que levantan cruces de todas marcas.
¿Y cuántas veces
sucede que el cirineo que te ayuda, también “se cae” por el peso de su propia
cruz? ¡De traca, los dos en “el suelo”!... Pero al final, cargados con sendas
cruces y doloridos, nos volvemos a levantar… Hasta la siguiente, que por
cierto, es una tras otra.
Demasiado frágiles
y demasiados tipos empeñados en poner zancadillas, aunque después de lo
sucedido con el Hijo de Dios, cualquier cosa…
La vida es muy
complicada y hasta los Ángeles de la Guarda hacen su labor, “preguntad” al Padre
Pío de Pieltrechina cómo recibía y enviaba a su Ángel en misiones de ayuda.
Pienso que si
confiáramos de verdad en Jesús, todo sería mucho más fácil; la Fe es diminuta y
pocas veces leemos las Bienaventuranzas. Pero ¡Ánimo!, al margen de los “besugos”
zancadilleros, todos somos Simones de Cirene, se llaman Miguel, José, Lara,
Lupe, Carlos…
Entre las manos del
cielo y las de la tierra, andamos el tortuoso camino de la existencia.
A
Jesús solo pudo ayudarle un cirineo, a nosotros más de uno; Él hace la fuerza
de muchos.
Emma Diez Lobo
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