Nos fijamos en Pablo. Abrumado por todo tipo de sufrimientos, desprecios, etc… súplica al Señor que le libre de ellos y Él le responde: ¡Te basta mi Gracia! Comprende entonces el Apóstol que ha sido su Amor al Evangelio y a la Evangelización lo que ha propiciado que Jesús le haya revestido de su Fuerza y su Gracia, de ahí su gloriosa confesión: "...por eso me glorío de las ofensas, injurias, persecuciones y angustias sufridas por Jesús, pues cuando soy débil, es cuando soy fuerte (2Co 12,10).
Se refiere a la debilidad que supone ser vilipendiado por "los bufones del mundo" que no entendieron de dónde sacaba tanta fuerza… aunque él mismo nos lo hace saber: "Estoy crucificado con Cristo", podía añadir: los mismos bufones que le condenaron a Él, me tienen crucificado a mí.
Lo que para los sabios según su pobre cabeza parece un fracaso solemne, es para Pablo su mayor y glorioso triunfo, pues gracias a participar de la Cruz de su Señor, puede proclamar y así lo hace a continuación: "Ya no soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mi" (Gal 2,20)
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