Señor: ¡Límpiame por
dentro!
Un leproso se acerca
suplicante a Jesús: Si quieres puedes limpiarme. Jesús que había dado
primeramente su sí al Padre (Sal 40,7-9) proclama el ¡Sí quiero! a este hombre
que a todos nos representa pues en la Espiritualidad bíblica la lepra simboliza
la impureza interior. Impureza de corazón que se manifiesta en nuestras
inconsistencias con Dios más allá de las apariencias, como frecuentemente dice
Jesús respecto a su pueblo, tan cumplidor externamente.
Que todos tenemos esta
llaga impura en nuestro interior, lo sabemos, entre otros, por Moisés llamado
por Dios para liberar a Israel. Para que no se engriese por la vocación
recibida, para que viese que era igual que los demás le dijo "Mete la mano
en tu pecho. Moisés la metió y estaba llena de lepra..." (Ex 4,6-7).
Jesús sabía y sabe
perfectamente cómo es el hombre más allá de la fachada amable que
presenta; lo que tenía que hacer y lo hizo fue hacerse cargo de nuestra
lepra-impureza interior y subir como el Gran Impuro de Israel a la Cruz.
Allí en el Calvario
nació nuestra libertad… libres quedaron sus verdugos al verle morir con su
perdón en los labios… y como dice Lucas… se volvieron golpeándose el
pecho impuro (Lc 23,47-49), igual que el publicano a quien tanto detestaban (Lc
18,13-14).
Así es como El Señor
nos limpia por dentro.
P. Antonio Pavía
comunidadmariamadreapostoles.com
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