el
gps del dios de la vida.
Cada vez es son más conocidos los
GPS (sistema de posicionamiento global o
en traducción libre española guía por
satélite), esos aparatos que ayudan a los conductores a llegar a un destino
predeterminado. Sobre la marcha va indicando las carreteras que hay que tomar,
lo repite varias veces para que el conductor no se distraiga; y caso de que el
conductor no tome la dirección indicada, el aparato no se enfada sino que se
reprograma y vuelve a indicar la dirección correcta desde el lugar incorrecto para
llegar a la meta; y si el conductor se equivoca mil veces, otras tantas el GPS,
sin enfadarse, vuelve a reprogramarse y continúa indicando la dirección
correcta hasta conseguir llegar a la meta programada, lo que a veces se traduce
en que, al final, la ruta recorrida sea más larga de lo previsto y poco lógica.
Pero la culpa no es el GPS, sino del conductor.
Buena comparación para comprender el
mensaje que nos dirige este domingo la palabra de Dios. La primera lectura
ofrece una reflexión importante sobre la postura de Dios ante sus creaturas. Dios
es el Dios de la vida y todo lo ha creado libremente para compartir su vida.
Todo lo que hace lo realiza buscando vida. Si el hombre no responde adecuadamente,
le exhorta, corrige y anima para corregir la ruta y llegar a la meta desde el
punto en que se encuentra. No se cansa y hasta el final de cada existencia
recuerda al hombre que todavía hay ruta posible para llegar a la meta. ¡Hay
tantos casos de vidas tortuosas que al final han acogido la llamada de Dios!
Todo esto se debe a que Dios es
amor todopoderoso. Porque es amor, lo suyo es darse con una entrega tan fuerte
que no hay impedimento que la pueda detener. Para Dios el pecado no tiene la
última palabra, sino su amor. Porque es amor todopoderoso, siempre perdona e
invita a llegar a él: te compadeces de
todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos ante los pecados de los hombres
para que se conviertan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has
hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado... a todos
perdonas, Señor, amigo de la vida.
El Evangelio completa esta
presentación: Jesús, el Hijo del Dios de la vida, ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido. Ejemplo concreto
es el caso de Zaqueo, a quien Jesús busca y ofrece la salvación. Este episodio
completa la enseñanza de Jesús sobre la riqueza presentado anteriormente por el evangelista, cuando
afirma, a propósito del llamado “joven rico”: Qué difícilmente entran en el reino de los Dios los que tiene
riquezas.. pero lo que es imposible a los hombres es posible para Dios (Lc
24.27). Porque es posible para Dios, Jesús busca y ofrece la salvación a
Zaqueo. Pero éste tiene que cooperar a esta oferta, y lo hace, primero, devolviendo
cuatro veces lo robado y, segundo, compartiendo la mitad de sus bienes
legítimos. Es una cooperación necesaria, ya que una acción no es pecado por un
capricho arbitrario de Dios sino porque produce un daño al prójimo y al
interesado y el Dios de la vida no puede quedar impasible ante esto; porque
ama, exige que se vuelva al camino de la vida, y esto se hace reparando los
daños causados.
La Eucaristía es celebración del
amor del Dios de la vida. Para darnos vida ha querido ofrecernos constantemente
el medio que lo posibilita: unirnos al sacrificio de Jesús y comer su Cuerpo y
Sangre.
D. Antonio Rodríguez Carmona
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