Salmo misionero
Tú llamas a seguirte y arrancas al hombre de los suyos.
Tú llamas a seguirte y pides vender todo y darlo por nada.
Tú llamas a seguirte y exiges perder la vida, perderla toda.
Tú llamas a seguirte, cargando con la cruz como revolucionario
del amor entre los hombres. Tu llamada es radical.
Tú llamas por el nombre y haces tuyo al hombre para siempre.
Tú llamas porque has amado primero y el amor es comunión.
Tú llamas porque eres bueno, porque tu corazón es fiesta.
Tú llamas y abres al hombre la voluntad del Padre.
Tú llamas y quieres hombres libres que te sigan.
Aquí estoy, Señor, quiero seguirte con mi corazón roto.
Aquí estoy, Señor del alba, quiero cambiar haciendo seguimiento.
Aquí estoy, Señor Jesús, da ritmo a mi proceso.
Aquí estoy, Señor, porque me has llamado, gracias.
Quiero ser luz en la noche de cada hombre. Luz.
Quiero ser palabra que despierte al hombre dormido.
Quiero se agua fresca que dé vida a la planta seca.
Quiero ser pan partido, roto, dado en abundancia.
Quiero ser copa que desborde lo íntimo de mi ser.
Quiero ser racimo de uvas exprimido en el lagar.
Que tu Espíritu, Señor, sea derramado sobre mí.
Que tu Espíritu, Señor, sea la fuerza de mi debilidad.
Que tu Espíritu, señor, me conduzca al hombre oprimido.
Que con tu Espíritu libere al hombre de los cepos.
Que con tu Espíritu arranque de los labios las mordazas.
Que con tu Espíritu quite las vendas de los ojos.
Que con tu Espíritu rompa las cadenas de los pies.
Que con tu Espíritu deje al hombre sin fronteras.
Señor del alba, quiero hacer camino en tu camino.
Señor del alba, quiero hacer verdad en tu verdad.
Señor del alba, quiero hacer vida en tu vida.
Señor del alba, aquí estoy a la voz de tu llamada.
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