Cuenta el columnista Sidney Harris que, en
cierta ocasión, acompañaba a comprar el periódico a un amigo suyo, quien saludó
con cortesía al dueño del quiosco. Este le respondió con brusquedad y
desconsideración. El amigo de Harris, mientras recogía el periódico que el otro
había arrojado hacia él de mala manera, sonrió y le deseó al vendedor un buen
fin de semana. Cuando los dos amigos reemprendieron el camino, el columnista le
preguntó:
– ¿Te trata siempre con tanta descortesía?
– Sí, por desgracia. .
– ¿Y tú siempre te muestras igual de
amable?
– Sí, así es.
– ¿Y por qué eres tan amable con él cuando
él es tan antipático
contigo?
– Porque no quiero que sea el, quien
decida cómo debo actuar yo.
La persona plenamente humana es aquella que consigue
ser ella misma. Es un Actor de su propia vida, no un re-actor ante lo que hacen
o dicen los demás. Actúa por sus propias convicciones, no por reacción a cómo
actúan con él los demás.
La formación de auténticas personas debe ser el
objetivo fundamental de la educación. En el mundo, hay millones de habitantes,
pero pocas personas que se arriesgan a agarrar la vida en sus propias manos y
la viven en plenitud, sin ser vividos por los demás (mercados, modas, familia,
costumbres, objetos, ídolos, dinero…). Hoy también Diógenes podría recorrer las
calles de nuestras ciudades y entrar en los atestados supermercados repitiendo
incansable «Busco un hombre», pues no le convencían las apariencias de hombres
y de mujeres que encontraba por todas partes.
Para vivir la vida con autenticidad, hace falta hoy mucho
valor y saber nadar contracorriente. Vivir con autenticidad supone arriesgarse,
atreverse, saber decir no, si uno cree que debe decirlo, cuando todos a nuestro
alrededor dicen sí. En un mundo carcomido por el egoísmo, hace falta mucho
valor para ser generoso. En un mundo donde las relaciones están atrapadas por
la ofensa o el acaparamiento de la palabra y el poder que no deja hablar ni ser
al otro, hace falta mucho valor para escuchar y tratar al otro con cariño y con
bondad. En un mundo donde lo importante es tener, resulta difícil empeñarse en
ser y entender la existencia como don para los demás.
La educación tiene que ser una propuesta de ayudar al
niño o al joven a construirse como persona, a soñarse, a inventarse, a
potenciar todas sus posibilidades, a esforzarse cada día para ser más y mejor.
J.
Jauregui
No hay comentarios:
Publicar un comentario