En la vida eterna, con los ojos de la
inteligencia contemplaremos la gloria de Dios, de todos los ángeles y de todos
los santos, así como la recompensa y la gloria de cada uno en particular, en
todas las maneras que querremos. En el último día cuando, por el poder de
nuestro Señor, resucitaremos con nuestro cuerpo glorioso, nuestros cuerpos
serán resplandecientes como la nieve, más brillantes que el sol, transparentes
como el cristal... Cristo, nuestro cantor y maestro de coro, con su voz
triunfante y dulce cantará un cántico eterno en alabanza y honor a su Padre
celestial. Todos nosotros, llenos de gozo y con voz clara, cantaremos para
siempre y sin fin este mismo cántico. La gloria y felicidad de nuestra alma
brotará sobre nuestros sentidos y atravesará nuestros miembros; nosotros nos
contemplaremos mutuamente con ojos glorificados; escucharemos, diremos,
cantaremos la alabanza de nuestro Señor con unas voces que no fallarán jamás.
Cristo nos servirá; nos enseñara su rostro luminoso y su cuerpo de gloria
llevando en él las señales de la fidelidad y del amor. También miraremos los
cuerpos gloriosos con todas las señales del amor con el cual han servido a Dios
desde el comienzo del mundo... Nuestros corazones vivientes se abrasarán con un
amor ardiente por Dios y por todos los santos...
Cristo, en su naturaleza humana, guiará el coro de la derecha, porque es esta
naturaleza la que Dios ha hecho más noble y más sublime. Pertenecen a este coro
todos aquellos en quienes él vive y viven en él. El otro coro es el de los
ángeles; aunque su naturaleza es más elevada que la nuestra, los hombres hemos
recibido más de Jesucristo con quien somos uno. Él mismo será el supremo
pontífice en medio del coro de los ángeles y de los hombres, delante del trono
de la soberana majestad de Dios. Y Cristo ofrecerá y renovará ante su Padre
celestial, el Dios todopoderoso, todas las ofrendas que jamás fueron
presentadas ni por los ángeles ni por los hombres; éstas se renovarán y
continuarán sin cesar y para siempre en la gloria de Dios.
(Beato Juan van Ruysbroeck)
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