«Auméntanos la fe». Así le piden los apóstoles a
Jesús: «añádenos más fe a la que ya tenemos». Sienten que la fe que viven desde
niños dentro de Israel es insuficiente. A esa fe tradicional han de añadirle
«algo más» para seguir a Jesús. Y, ¿quién mejor que él mismo para darles lo que
falta a su fe?
Jesús
les responde con un dicho algo enigmático: «Si tuvierais fe como un
granito de mostaza, diríais a esta morera: “Arráncate de raíz y plántate en el
mar” y os obedecería». Los discípulos le están pidiendo una nueva dosis de fe,
pero lo que necesitan no es eso. Su problema consiste en que la fe auténtica
que hay en su corazón, no llega ni a «un granito de mostaza».
Jesús
les viene a decir: lo importante no es la cantidad de fe, sino la calidad. Que
cuidéis dentro de vuestro corazón una fe viva, fuerte y eficaz. Para
entendernos, una fe capaz de «arrancar» árboles como el sicómoro, símbolo de
solidez y estabilidad, y de «plantarlo» en medio del lago de galilea (!).
Probablemente,
lo primero que necesitamos hoy los cristianos no es «aumentar» nuestra fe y creer
más en toda la doctrina que hemos ido formulando a lo largo de los siglos. Lo
decisivo es reavivar en nosotros una fe viva y fuerte en Jesús. Lo importante
no es creer cosas, sino creerle a él.
Jesús
es lo mejor que tenemos en la Iglesia, y lo mejor que podemos ofrecer y
comunicar al mundo de hoy. Por eso, nada hay más urgente y decisivo para los
cristianos que poner a Jesús en el centro del cristianismo, es decir, en el
centro de nuestras comunidades y nuestros corazones.
Para
ello necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su
proyecto, captar bien su intención de fondo, sintonizar con él, recuperar el
«fuego» que él encendió en sus primeros seguidores, contagiarnos de su pasión
por Dios y su compasión por los últimos. Si no es así, nuestra fe seguirá
siendo más pequeña que «un granito de mostaza». No «arrancará» árboles ni
«plantará» nada nuevo.
Ed. Buenas Noticias
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