"El Reino de los
Cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. Un hombre lo encuentra y
vuelve a esconderlo y por la alegría que le da vende todo lo que tiene para
comprar el campo. (Mt 13, 44).
Partimos con el
estremecimiento que precede a la Adoración estás palabras de Jesús a la luz de
lo que inspirado por el Espíritu Santo nos dijo Orígenes, Padre de la Iglesia
del siglo III. Nos dio a conocer que la Escritura tiene un cuerpo -las palabras
escritas- y un Espíritu -el Soplo de Dios- que alienta en el interior de lo
escrito. Las palabras escritas, en cuanto tales nos emocionan, incluso nos
mueven al crecimiento pero la realidad de nuestra debilidad es muy tozuda y
pronto desistimos por falta de fuerzas.
El sabio según Dios,
consciente de su debilidad se adentra en el Soplo de Dios que habita en las
palabras. Estas palabras serían el campo sin más; el Tesoro oculto es el Soplo
de Dios que habita en los textos escritos. El sabio intuye que el Tesoro está
en el campo y vende lo que tiene para hacerse con el campo, con su Tesoro
oculto en él. ¡Atención! No vende lo que tiene por un derroche de generosidad,
porque es el mejorcito de la clase, eso es muy voluble, sino como dice Jesús:
"Por la alegría que le da". ¡A ver cuándo damos la vuelta a la
tortilla!
El Generoso es Dios
contigo que pone a tu disposición su Espíritu y Vida (Jn 6, 63) a todo aquel
que "sabe hacer cuentas" y por ello tiene sus ojos y su corazón más
en el Tesoro del campo que en sus cosas.
En cuanto a
"vender todo lo que tiene"… El mismo Espíritu que buscas te orientará
cómo y de qué manera, y por supuesto "sin que la mano derecha sepa lo que
hace la izquierda" (Mt 6, 1-4)
P. Antonio Pavía
https://www.comunidadmariamadreapostoles.com/
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