El tercer pilar de nuestro plan para mayores y enfermos es que, aunque somos conscientes de que cualquier fecha que se estableciera resultaría siempre aleatoria, es aconsejable establecer una fecha de voluntariado (de los 65 a los 80 años) que permita:
1.
a) Hacer todo el bien que una pueda, sin ningún tipo
de responsabilidad. Ofrecerse al párroco -dependiendo de la salud, del estado
de ánimo, del temple apostólico, de los intereses y aficiones personales, de
las potencialidades, habilidades pastorales que cada una tenga y de las
necesidades que haya en cada parroquia- para poder colaborar eclesialmente
¡Cuántas tareas quedan, a veces, relegadas o inconclusas por falta de tiempo!
La colaboración que podrían prestar no sólo sería valiosa y eficaz sino también
cualificada y creativa. El párroco, cada curso, revisaría la encomienda con el
interesado y con la comunidad parroquial.
2.
b) Experimentar el afecto y la fecundidad de sus vidas
no tanto por lo que hacen cuanto por lo que son realmente, una familia.
3.
c) Prepararse adecuadamente para el Encuentro
verdadero con el Señor. A pesar de ser creyentes maduros, des–cubrimos que
tampoco nos resulta fácil vivir con serenidad y altura de miras esta etapa. Ver
la vida desde la otra orilla nos puede ayudar a relativizar lo superfluo y a
subrayar lo esencial y sustantivo. Saber envejecer. Aprender a morir. Llegar a
VIVIR en Él.
Dada la
complejidad del tema, de los intereses personales diversos que cada persona
tiene al respecto, de los sentimientos encontrados que este tema provoca en
unas y en otras, de los recursos y medios que cada familia o parroquia ofrece
para la atención de sus mayores y enfermos… me parece maravilloso que lo
podamos afrontar abiertamente en los grupos de vida ascendente que me gustaría
que se recuperasen.
Consciente
de vuestra grandeza de corazón termino con las palabras del Presiente John F.
Kennedy el día de su investidura: «Así
pues mis queridos americanos [«diocesanos ancianos»], no se pregunten qué puede
hacer por ustedes su país [la Diócesis] sino más bien lo que ustedes pueden
hacer por él [ella]. Amigos míos, ciudadanos de todo el mundo, no se pregunten
qué podrá hacer América [la Diócesis] por ustedes sino lo que todos juntos
podemos hacer por la libertad del hombre» (Tumba de J. F. Kennedy.
Cementerio de Arlington. Discurso de investidura).
+ Ángel Javier Pérez Pueyo
Obispo Barbastro - Monzón
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