Te necesitamos para entrar
en comunión con Dios Padre; para llegar a ser hijos adoptivos suyos contigo que
eres su Hijo único y Señor nuestro; para ser regenerados en el Espíritu Santo.
Te necesitamos, oh único y
auténtico maestro de las verdades recónditas e indispensables de la vida, para
conocer nuestro ser y nuestro destino, así como el camino para alcanzarlo.
Te necesitamos, oh Redentor
nuestro, para descubrir nuestra miseria y remediarla; para tener el concepto
del bien y del mal, y la esperanza de la santidad; para deplorar nuestros
pecados y obtener el perdón.
Te necesitamos, oh hermano
primogénito del género humano, para volver a encontrar las razones verdaderas
de la fraternidad entre los hombres, los fundamentos de la justicia, los
tesoros de la caridad y el sumo bien de la paz.
Te necesitamos, oh gran
paciente de nuestros dolores, para conocer el significado del sufrimiento y
para darle valor de expiación y de redención.
Te necesitamos, oh vencedor
de la muerte, para librarnos de la desesperación y de la negación, y para tener
certezas que no fallen jamás.
Te necesitamos, oh Cristo
Señor, Dios-con-nosotros, para aprender el amor verdadero y caminar con el gozo
y la fuerza de tu caridad a lo largo del camino de nuestra vida fatigosa, hasta
el encuentro final contigo, amado, esperado, bendito por los siglos.
PABLO VI
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