Qué nadie crea que se libra de los “talentos” que Dios le ha dado para que produjeran “intereses”…
Madre mía… Uno lo enterré
(¡Dónde quedó mi Catecismo!); otro, lo perdí (me olvidé del Evangelio); y el
que me quedaba lo gasté en chorradas (me sumergí en asuntos de la tierra)…
- He venido a por ti, a ver, dame lo que me pertenece y te doy mi Reino.
- ¡Jesús, María y
José! Pues… Un día con otro, un día con otro, fui abandonando tus cosas y ahora
tengo las manos vacías ¡Pero no he hecho nada grave!
- Te dije que vendría a buscarte sin avisar y
te preguntaría por “lo mío”. Te di una vida, te Bauticé, te hice sacerdote de
mi Palabra, te di mi Cuerpo y mi Sangre… y ¿De verdad me dices que pasaste de ser
mi hijo y solo pensaste en ti?
- ¡Uy Padre, qué desastre!...
Dime ¿Qué me va a pasar?
- Mejor, sal del sueño y recupera el Amor que
te di en talentos: Difunde mi Palabra, cúmplela -no es solo no matar ni robar
ni mentir- y cuando llegue el último día, entrégame tanto y más de lo que te di.
Esta deuda con Dios es una Verdad del Evangelio para la
eternidad. La virtud de la Caridad es el mejor interés
a los talentos. “Si no tengo caridad, no
tengo nada” y nada que dar a Dios.
No tengáis miedo, estamos
a tiempo de sumar intereses al “haber” del cuaderno de los talentos…
Emma Díez Lobo
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