“En estos
momentos difíciles, llevemos la ternura de Dios a quienes nos rodean con obras
de bien” nos decía el Papa Francisco al principio de la pandemia, y éste ha
sido el principio que nos ha inspirado a todos para afrontar estos meses tan
duros. Junto al drama de los enfermos y fallecidos, por los que hemos orado y
ofrecido la Santa Misa, está también la situación de tantas familias que en
solo unos días han pasado de vivir un notable bienestar a depender para
subsistir de las ayudas que las parroquias les han suministrado, así como el
agravamiento de las dificultades que muchas personas ya estaban sufriendo.
Que
tantas personas hayan encontrado en la Iglesia respuesta a sus necesidades
materiales y espirituales ha sido posible gracias al enorme esfuerzo que se ha
realizado desde las parroquias y otras instituciones eclesiales, que es
posibles por la generosidad de muchas personas que han aportado importantes
recursos según sus posibilidades.
Las
necesidades continúan, es más, en no pocas familias se han incrementado, y este
esfuerzo por asistirlas debe continuar, además del mantenimiento del habitual
desarrollo de las actividades parroquiales que se ven sometidas a las
restricciones que las normativas imponen, y que está suponiendo un trabajo
adicional para poder realizarlas.
Esta
situación difícil es una oportunidad para renovarnos, para ir a lo esencial,
que es vivir y transmitir el amor de Jesucristo, y descubrir nuevos caminos
para el anuncio del Evangelio.
Con esta
Jornada de la Iglesia Diocesana queremos recordar que la Iglesia en el Sur de
Madrid es una realidad muy rica en personas y realidades eclesiales, pero a la
vez hay en ella muchas necesidades de todo orden, por lo que la ayuda económica
de todos y el servicio que cada fiel puede realizar es fundamental para que
nuestra diócesis sea una luz en estos momentos que para muchos son de
oscuridad.
A María,
Madre de la Iglesia, encomendamos el camino de nuestra Iglesia y en sus manos
dejamos nuestras necesidades con el sufrimiento y las esperanzas de los
hombres.
Con mi
afecto y bendición.
+ Ginés García Beltrán,
Obispo de Getafe
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