- “Abba Pater, si es posible aparta
de Mí éste cáliz, pero que no sea mi voluntad sino la Tuya”. Es lo que dijo
Jesús a su Padre, sudando sangre de angustia en el jardín de Getsemaní.
¡Qué momento más
terrorífico! Tan joven, tan triste, tan amante del hombre, tan sólo en aquél
Monte, tan amado por muchos de nosotros (¡claro, ahora!).
¿Es que todos somos Israel?
Pues me temo que sí, pero, ¡lo siento!, yo ya no quiero ser Israel (¡claro,
ahora!)… No me gustan las masas ni un pelo y aquello fue una jauría sublevada y
loca.
¿Quiénes hubiéramos
sido nosotros?... ¿Un seguidor de Jesús?, ¿uno que tira piedras, escupe y
vocifera ¡Crucifícale, crucifícale!?
Gracias papá, tú
siempre me decías: “Tú, hija mía, masa
gris. Huye de los que alborotan a la muchedumbre”; y gracias Dios, por
haberme traído dos mil años después, lejos en el tiempo y lugar de donde no Te
reconocieron.
Espero que los “israeles”
se den cuenta de aquella locura y cambien, porque
muchos siguen como antes de Venir y Morir. ¡Jopé! Arrampló con toda la maldad humana
(firmante de su ejecución) para poder abrirnos el cielo. ¿No es para pensarlo?
- ¡Sí, piénsalo, Todo Fue
Hecho por ti para que NO te condenaras, no por Mí!
-
¡Qué fuerte! Lo sé y me siento fatal; pero Tú sabes que desde muchos rincones
del mundo, Te damos millones de gracias.
- Es cierto y “Estaré
con vosotros hasta el fin del mundo” (Mateo 8:20).
- Encima eso, a mi lado
todos los días… ¡Eres genial!!!
- ¡Claro, ahora!, ya os vale…
Emma Díez Lobo
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