valorar la
pasión de Jesús y compadecerlo en sus miembros que sufren hoy
Las lecturas de
esta celebración están centradas en la pasión de Jesús: la primera es el cuarto
poema del Siervo de Yahvé, el más desarrollado, donde se le presenta como
cordero inocente, representante de la humanidad, en cuyo favor sufre y muere.
La carta a los
Hebreos ofrece un comentario profundo de la muerte de Jesús y de sus
consecuencias: muere anhelando la plenitud de la vida y la consigue para él y
para nosotros. Ahora el Señor resucitado nos comprende, pues, aunque no
puede sufrir, tiene la experiencia de lo que es una existencia humana amando y
sirviendo a los demás.
Finalmente la
pasión según san Juan es el relato más sublimado de la pasión de Jesús, en el
que la presenta como el camino regio de un rey hacia su trono. Jesús aparece
consciente, libre y dueño de su destino y de los acontecimientos: cuando lo van
a detener se revela como Yo soy (nombre divino), da permiso para que lo
detengan y ordena que dejen en libertad a sus discípulos. En la escena ante
Anás se comporta con plena dignidad y libertad. En el diálogo con Pilatos no se
sabe quién es el juez y quién el reo, pues Jesús está en el centro de la escena
junto a Pilato. Estos diálogos culminan en dos grandes revelaciones: he aquí
el hombre, es decir, hasta donde es capaz de llegar el Hijo de Dios
encarnado por amor a los hombres, y he aquí vuestro rey, es decir, Jesús
es verdaderamente rey pero en su total entrega y humillación. En la cruz Jesús
aparece con su título de rey de los judíos en todas las lenguas conocidas,
presentándose así a todo el mundo; hasta el último momento vive cuidadoso de
cumplir la voluntad del Padre hasta en los últimos detalles. Y finalmente, a la
hora de morir, lo hace libremente: Jn lo subraya escribiendo e inclinando la
cabeza, entregó el espíritu; normalmente un moribundo muere y después, como
consecuencia, inclina la cabeza, pero aquí es al revés: Jesús muere libremente
y nos entrega su espíritu.
La celebración es
muy rica de contenido. Invita:
* a agradecer el amor del Padre que nos
entrega a su Hijo;
* agradecer el amor de Jesús que se entrega
por nosotros;
* valorar los sufrimientos anejos a la
condición humana y a la vida cristiana como camino para la resurrección. El
cristiano está unido por el bautismo a Cristo que muere y resucita. Ahora toca
actualizar su pasión para después actualizar su resurrección.
Jesús ahora no sufre, pero sufre en sus miembros.
Por eso celebrar su pasión se tiene que concretar en la compasión de todo
sufrimiento humano: las personas que sufren por enfermedad, los que sufren perseguidos
por su fe y por el servicio a la justicia.
D. Antonio
Rodríguez Carmona
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